ENTRAPADO
entre los ojos de la noche
en la boca de un
río
desde la herida abierta en aquella mañana:
mordiscos en la boca
y el corazón que
entrapa
la luna que rueda entre mis piernas
y se rompe la lengua
desde el frío de pájaros de aquella mañana
que rueda entre sueños de reinas –sin nombre–
en disputa de tréboles
desde la palabra jugosa contra el hueco
afuera
balbuceo de niña
vestida en cuentos sin otoño
desde el temblor en los cuerpos que se agitan
en la lengua, los labios
y la piel
arremolina.
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