martes, 12 de mayo de 2015

Una hormiga en mi pieza, por Gaby Ramos, mayo de 2015

Hay una hormiga en mi pieza. Cuando alquilé el cuarto me pareció que era un lugar limpio, luminoso, con aire y me imaginé todo lo que podría hacer en él: ponerle plantas, flores, láminas de Dalí y alguna fotografía de “El moulin rouge”. Me parecía que, de este modo, podría encontrarme en un lugar espléndido para poder escribir poesía y cuentos hasta el cansancio. La ventana da a un jardín repleto de árboles y senderos de plantas, pájaros hermosos y colibríes. Pero, como dije, hay una hormiga en mi pieza. Decidí ponerla en una cajita de acrílico transparente. Y entonces forma parte de un lugar sin problemas para escribir.
Hay una hormiga en mi palacio. En la cima, enormes torres  ascienden hasta la niebla del bosque. Las nubes se hacen densas casi de azúcar, hervores de hierbas, pájaros de miel. En mi palacio me siento tranquilo.
Hay hormigas en el bosque. Está prohibido tocarlas.
Cada vez que escribo hay tormentas de hielo, de maíz, de tremendos insectos que caen como plomo sobre la tierra. Se forma un barro denso, aunque pase sobre él con botas, la arcilla se adhiere a mi cuerpo de tal forma que comienzo a hundirme y a tragar barro, a comerlo, deglutirlo, a masticarlo. Entonces me convierto en una especie de insecto de color gris, se abren mis alas pesadas de tierra y agua. Montones de fibrosas puntas en mi cuerpo  parecen clavarse en cada cosa que rozo. Y aprendo a moverme como un cocodrilo, con cola, de una fuerza incontrolable. Y , ya en el pantano, todos parecieran temerme. Descubrí, al pasarme la lengua,  unos dientes enormes, filosos y curvos: son míos.
Hay una hormiga en mi cuarto y se parece a un cocodrilo. Pero, cada vez que intento tocarla, se monta en mi mano y me hace castillos de caricias y cosquillas.
En las nubes hay torres de brisas, vientos y hasta huracanes, los guarda un dios que nadie conoce, los suelta como perros asesinos si me porto mal.
En la cima de mi pieza hay lajas, en mi castillo hay piedra; en mi pantano, tanto barro.

Hoy decidí soltar a la hormiga y dejarla ir por la ventana hasta el jardín.