martes, 26 de junio de 2012

Textos de Lolo Rodríguez, 2012


Yo, Silvio Astier

No puedo quejarme del nombre que me diste.
Quizás vos mismo hubieras preferido ser Silvio (incluso Erdosain) antes que Roberto Emilio Godofredo Christophensen.
Me he quejado amargamente, sin embargo, de la torpe inocencia con que me ungiste al hacerme creer que con mi berretín de inventor podía romper la dimensión del tiempo en esta vida mediocre. Ya lo dijo mi mamá, lo repitió el Sr. Souza y –como el mazazo final a una vaca en el matadero- me concluyó el Ing. Vitri: 
                                            "Hay que trabajar."

A puro sufrimiento me hiciste comprender : cada paso dado hacia adelante cuesta mucho más que el gasto de energía cinética al mover un pie.

¿A dónde fue mi padre, che ,Arlt? ¿Adónde lo perdí? Acaso me negaste un padre por vengarte del viejo Karl, aquél que amenazaba: 
             
                            “Mañana, cuando amanezca, te voy a azotar” 
y, entonces, vos no dormías en toda la noche, dale mirar el reloj. 
No lo sé. Creo que moriste tan joven y resentido que no has tenido tiempo de decantar esa ansia de venganza en comprensión y perdón para el prusiano loco, ese pobre infeliz... ya lo sabemos , fuera de desertar en su país y soplar vidrio en Argentina, poco más aportó a la humanidad, salvo la simiente que nos dio vida a los dos. En todo caso, cuando él te hizo creer que escupir el pan era escupir sobre la cara misma de Dios- la ofensa más pecaminosa demoníaca bestial despreciable y repugnante- con un solo truco te convenció para siempre de la existencia de la auténtica Trinidad: 
                               Dios, tu viejo y la culpa. 
Con el sagrado miedo y la eterna carga de la culpa, tu deuda con ellos no tuvo fin. Así que, según parece, sólo atinaste a legitimar las jodidas verdugueadas de Karl Arlt.
Al fin y al cabo, era tu padre.
Al fin y al cabo, era eso o nada. Y un niño no puede vivir ni crecer en la nada.

Pero decime: ¿por qué a mí? ¿Por qué también a mí me abrochaste con un viejo tan temido y tan cruel que no se lo podía ni nombrar? Yo podía haber sido alguna especie de héroe o, al menos, alguien querible, ¿sabés? 
Pero no: ¡vos tenías que “inventar algo distinto” en la Argentina! ¡Vos tenías que “escribir la primera novela moderna” de la literatura argentina! ¿No podías meter un héroe, no? Tenía nomás que ser yo el protagonista, un fracaso como pibe chorro, como inventor, empleado, aprendiz.. ¡un fracaso incluso como suicida!... un infeliz, capaz únicamente de traicionar.

Pero irá si habrás sido pelandrún, che Godofredo, que tuviste que morirte para ser reconocido como el gran escritor argentino del siglo XX.

Sartre dijo: Somos lo que han hecho de nosotros, pero: ¿qué hacemos con lo que hicieron de nosotros? Vos, a mí, me diseñaste dos vidas paralelas: Una, en la que miro desde arriba este mundo, este caldo cruel y absurdo de valores falsos, esfuerzos absurdos, ilusiones insensatas y proyectos fracasados. En laa otra , miserable muero y mato por un mendrugo que nunca alcanza y un cacho de perdón que nunca llega.

Como atenuante a tu favor, admito que la vida- a vos- de verdad no te dio respiro.

Se entiende, desde pibe enfrentaste la certeza : el trabajo no conduce a la montaña de billetes sino a la muerte cotidiana. La tuberculosis te llevó a tus dos hermanas y te dejó sin mujer. Tantas cosas…. Debe de haber sido muy duro.

Qué sé yo, te tengo también un poco de lástima.

                                  ¡Pero cómo me jodiste la existencia, che! 


Me escribiste hasta un suicidio fallido.

Con Erdosain tuviste alguna consideración.
Erdosain al menos pudo boletearse.
Cierto, tuvo que cargar con el karma de haber sido yo en su pasado. Cargó con un par de detallecitos más que a mí - no sé si por delicadeza o por falta de oportunidad- me echaste al lomo: lo hiciste, además, de traidor e infeliz, cornudo.
Le diste, de todos modos, la ocasión de planear una venganza más abarcadora que mi intento de incendio con el librero: él soñó con hacer la Revolución. Fracasó, claro. Pero tuvo un sueño adulto.
Por otra parte, le permitiste conversar con su viejo, con tu padre, con el viejo Karl, así como vos lo imaginabas de chico, un guerrero de la Europa.
Está bien, Erdosain me tenía que superar como personaje y como persona. A esta altura comprendo perfectamente las reglas de la literatura. Pero, loco: 


                                   ¡yo soy Silvio Astier! 


Con este nombre debí haber sido un héroe romántico, no el infeliz que me hiciste ser.

Yo no sé cómo se te tiene tan en cuenta y se te considera tan grande, siendo que te la pasaste hablando de vos mismo todo el tiempo, en cada línea.
Eso no sé si habla mal de vos, seguro no habla bien de los críticos.

La verdad, ha pasado tanto tiempo y tantas ediciones, tantos ensayos, críticas y chusmeríos respecto de "El Juguete", su trama, su autor y sus personajes, que me pudriste, che Arlt.
Si pudiera desprenderme de vos, lo haría.
Si pudiera huir de este destino de papel y tinta, saltaría ya mismo a las llamas del infierno o al cielo ofrecido en los escotes de las pibas que, por obligación académica, todavía nos siguen leyendo.
Si pudiera, me rebelaría definitivamente contra vos. Pero ya conozco el final de este universo maldito. 
Ya sé que por toda respuesta me vas a soltar un 
                                          
                                          “rajá, turrito, rajá”.
****





Luna
menina candescente
ansiosa redondez en llenatura
que no me deja
                       en paz
    o que me deja
librado a los reclamos
de lo salvaje
                   lo que nadie nombra


Luna decime
mostrame una razón que no me duela
para entender el trastorno
y la vigilia
con que me estás lloviendo sobre el alma.



Piedra y Camino

El tiempo y el camino, qué más.
Si se apaga una estrella
si una gota infinita sin playa en la que descansar al fin
si el rodar de una metáfora muere piel abajo.

El camino,
qué más sino el camino
cada recodo cada sístole contrae
oprime reticula el azul cada estación
cada año cada nuevo fracaso otra medida
cada vez un otro impulso y echar a andar de nuevo
y el día
                                              el paso el paso el paso
                                                                    hora y hora
tanta
mochila piedra toneladas de congoja otra medida
acumulada en el pequeño
                          punto en que se sitúa el alma allí, 
allí a la izquierda
                   del insomnio bajo las alas de mi amor sin brújula
allí, 
                   sobre la pálida palabra 
                                    allí el silencio que sepulta y ata
mordaza y freno en la boca del deseo

con todo y vida
verás que el tiempo ya no fluye
 sólo se disuelve

y sin embargo
corazón chúcaro, soportarás guerreando
habrás de galopar eternidad de soledades sin alivio

anudarás el color de cada día
con el sudor de tu puño
de tu alma
Desearás empecinado
                                       la  mitad de tu prójimo.
Morirás en el intento.

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