I.
Eso
Eso que deseo y no torna palabras.
Eso en mí de mí.
Eso es. Ese deseo casi imposible, de repente, real.
Y, de nada,
vuelve
a imposible.
Eso que puedo sentir querer, que debe, acá, y escapa.
Se va sin mí y se mezcla alrededor.
Eso
Tan mío de dolor en deseo
Eso, libre que atrapa.
Eso, efímero, acá,
dentro de mi frágil
Y mi
frágil
se lamenta .
Es precioso y no quiero.
No quiero que no se apague el desvarío.
Me arruinaría el suplicio
(Imposible no hacerlo)
Pero también
me eleva .
(Y quisiera esconderme ahí)
en lo raro y precioso:
mi cuerpo mi
memoria.
mi preciosa vida.
II.
Creo
que lo vi.
Vi el amor en la piel de esa mujer.
Lo vi cuando su transpiración recorría sus mejillas y se
unía gota a gota en la comisura de sus labios.
He visto al amor en las arrugas pequeñas, en la palma de
su mano derecha. Con ellas, me acariciaba el lado más profundo de mi nuca y apretaba bien fuerte hasta sentir el
dolor.
Lo vi en ese mechón color
marrón, cuando se quebraba en dos sin señales de esfuerzo.
He visto al amor en las paredes de esa pequeña
habitación: blanca, pura, con olor a nuevo, sin manchas, ni rastros de nada. Sin
fotografías ni cuadros.
Lo vi en el último rayo de sol antes de meterme por esa
puerta pesada.
En el pasillo angosto, en la luz tenue de ese ambiente,
en el pétalo de la rosa de plata que posaba en su prendedor.
Lo vi, ahí estaba, la yema de sus dedos tibios, de uñas
cortadas.
En el color rojo del esmalte brilloso de su dedo meñique.
Lo vi en lo rosado de sus pechos y en la cicatriz de su
espalda.
En el sabor de su tez blanca, tan agradable y exuberante.
En el rincón de entre sus piernas transpiradas de sexo
En el lunar grueso
y oscuro de su cuello.
He visto al amor en sus párpados caídos de cansancio
sediento.
En su saliva dulce que recorría sus labios de lado a
lado. Y los míos también.
Lo vi en su lengua movediza, que paseaba por mis partes
más ocultas.
Lo he visto en su cintura al entrar en mí y hundirse en
mi pecho.
Creo que lo he visto. Allí, en su grito evasivo mientras
me inundaba de placer.
Cuando toqué su cabellera extremadamente despeinada y la
sujeté para que me amara.
Lo vi en sus labios carnosos mientras me acariciaban y
mordían.
Lo vi aquella tarde en la mirada salvaje de esa mujer. Y
en su arrebato. En su lujuria al mirarme…
MI PRIMA ALEJANDRINA
Es una lechuga, es una mezcla de agujeros con huevo
podrido
Es una taza de tilo con veinte cucharitas de sal
Es una casa prefabricada sin techo y tres ventanas de
hierro
Es el estornudo después del deseo
Es una herida abierta sin agua oxigenada en el estante
Mi prima Alejandrina
Es una cama sucia, llena de latas vacías y papeles de
caramelos ácidos
Es el jabón en polvo por todo el living
Es un ají puta parió hecho puré en tu lengua
Es la hoja seca del sauce de la vuelta
Mi prima Alejandrina
Es una serpiente cascabel
que baila tango en el patio, sola
Es una sábana disfrazada de fantasma en mi cuarto
Es un vaso de soda muy fría al llegar de correr
Es una ensalada de tomate condimentada con nafta
Es una alfombra de algodón chaqueño
Mojado
Escarchado
Negro en sus esquinas
Es el abrazo de tu madre una noche de otoño
Que te acaricia con sus manos de tijera
Y unos dedos que deshacen y chorrean desolación
Mi prima Alejandrina
Es la ladrona del supermercado chino
Esa que nadie ve
La que se oculta entre las góndolas
Es una bolsa de nylon con diecisiete gramos de cemento
Es una escalera llena de cáscaras de bananas
Mi prima Alejandrina
Es el hombre que te besa a las seis de a
mañana con aliento a ajo
Es una almohada de piedras con funda de carpincho muerto
recién
Es un paño de hielo en la frente durante la jaqueca más
terrible
Es una pluma que vuela bien alto hasta tocar las tres
marías
Es una puerta de vidrio, al medio de tu frente
Es una cañita voladora y una bomba de estruendo en pleno
abril.
Mi prima Alejandrina
Es el celular sin batería
Es un cuchillo súper afilado bien puntiagudo
Es el gato siamés enfermo encima de tu vientre
Es el calor del burlete de la heladera
Mi prima Alejandrina
Puede tocarte el timbre ahora mismo
Ella es el retrato que se pinta en la pared de tu pasillo
Antes de entrar
Mi prima Alejandrina
No esperes que salude
Ella es el suspiro más eterno del viejo que se va
Es el lápiz sin mina, el frasco vacío, el anillo tirado en
el suelo
Y el salto desde la cima del Aconcagua,
Bien alto, lejos,
Ahora mismo.
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