martes, 26 de junio de 2012

Canción de viejos Anartistas, Caro Diéguez

En estas secciones aparece material de quienes fueron miembros de la revista de cultura, "El Anartista". La preciosa y querida publicación duró ocho años. La escritura, en manos de algunos de sus participantes, queda como un territorio elegido para siempre...o hasta que dé, bah.




Carolina Diéguez fue miembro del staff de El Anartista, es poeta, narradora, artista plástica y amiga. Va una muestra de su obra


Crónicas lunares


Descargar salon-nac-2012---web.jpg (102,2 KB)Descargar salon-nac-2012---web.jpg (102,2 KB)Poemas
Té de reinas

I
La mesa larga del comedor, servida:
las teteras sudorosas chillan ahogadas;
el budín de calabaza burbujea
su flirteo con la mermelada
            ácido dulzor
                                 en          
                                     g
                                        o
                                           t
                                              a
                                                 s
                                                naranja.


La nena hunde el dedo en la mermelada
me gusta mucho poquito nada
lame su dedo pegajoso
y tatúa su huella en el ruedo del lenguaje.

II
La reina batata irrumpe en la sala
        ¿ya llegaron mis invitados?


La nena escucha su voz por el entre de lo esquivo
(mejor ni contestar)
Se cuelga de las agujas del reloj, da la vuelta
al tiempo  y
acaba con el té de reinas.
Se da la vuelta sin mirar,
se acerca al espejo
y le cuchichea al oído
Una mueca cómplice, al otro lado.
Se mira en el espejo y con color
dibuja su sonrisa.


        Es hora del té, dice la reina.

La nena se sonríe media vuelta y sin decir palabra
abandona la habitación.













No quiero escuchar al espejo, ni una palabra más.


mientras menos como…más me muero

1.


dibujo con el dedo el nombre de las cosas (no puedo nombrar)
a un sujeto,
yo no tengo  ni mayúsculas

el plato lleno sobre la mesa. Los cubiertos, rotos
            miles de pedacitos
el olor  devora  la casa
                                  devoro la comida con los ojos

               náuseas

suficiente.
                            No quiero un bocado más


La punta del mantel entre los dedos
¿lo tiro?, ¿no lo tiro?
las voces en la cabeza. Forcejean. (Ya no escucho)
                             mucho  RUI – DO
Lo tiro.


–Muy mal, señorita. A la cama.


La mesa vacía.
       Pe
              da
                    ci 
                         tos
                                 en el suelo


El espejo me saluda (no lo quiero mirar)
con sonrisa socarrona entre los dientes
                  Espejo ciego, espejo mudo: la cara, desdibujada
¿cuerpo?

No.
la risa en mis oídos
(se silencia en la boca)
El espejo ciego sigue ahí
(no lo quiero escuchar)
se ríe
           se ríe de mí

¡basta! Por favor…,
                      con el dedo, en minúscula.


   – a la reina batata, a la nena no



                                                      


2.


mamá, en la cocina                                 

la mano acaricia el cuchillo
el cuchillo sobre la cebolla


(veo la cebolla redonda
                             en el fondo del espejo)


a la una – a las dos y a las tres – el cuchillo en la cebolla
en gajos
                 se desarma
                                      sobre el plato


(el brillo, translúcido en el filo del gajo, rebota sobre el espejo)


–lágrimas secas

La olla en el fuego.
Adentro, la cebolla

Escucho el sollozo
Mamá llora lágrimas de sal
sobre el guiso de hambre


(el gajo borrado. El espejo en blanco)

Con las manos abiertas restriego mis ojos.


–lágrimas de frío

El vapor de la olla por toda la casa
 tirita de silencio


(el espejo mudo canta una canción de cuna)
 los ojos,
en el espejo; la piel, de la cebolla
                          dorada y transparente
                     sobre los huesos


con  el resto de mi nombre
me dibujo un cuerpo
y, por si el viento sopla fuerte,
                                            una sombra en el suelo

3.

De frente,
el cuchillo contra el dedo,
la sangre en el filo .


De fondo,
redonda se desarma
                       des    ga    ja    da

                                         la cebolla


Desde el fondo el brillo del gajo ronronea


(El espejo en blanco, mudo)


De frente,
no veo
la alacena vacía


una gota de sangre en la olla
                                 una madre
                                         un gajo de cebolla en el espejo.



– Escucho el sollozo
(La cebolla, desde el espejo, llora a la nena)


La nena recoge sus huesos.
Desde el fondo de la madre,
los acomoda.
Con tiza, dibuja sus pies sobre el suelo
y un par de “mayúsculas” al filo del dedo.


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