En estas secciones aparece material de quienes fueron miembros de la revista de cultura, "El Anartista". La preciosa y querida publicación duró ocho años. La escritura, en manos de algunos de sus participantes, queda como un territorio elegido para siempre...o hasta que dé, bah.
Carolina Diéguez fue miembro del staff de El Anartista, es poeta, narradora, artista plástica y amiga. Va una muestra de su obra
Crónicas lunares
Poemas
Té de reinas
I
La mesa larga del
comedor, servida:
las teteras
sudorosas chillan ahogadas;
el budín de
calabaza burbujea
su flirteo con la
mermelada
ácido dulzor
en
g
o
t
a
s
naranja.
La nena hunde el
dedo en la mermelada
–
me gusta mucho poquito nada
lame su dedo
pegajoso
y tatúa su huella
en el ruedo del lenguaje.
II
La reina batata
irrumpe en la sala
–
¿ya llegaron mis invitados?
La nena escucha
su voz por el entre de lo esquivo
(mejor ni
contestar)
Se cuelga de las
agujas del reloj, da la vuelta
al tiempo y
acaba con el té
de reinas.
Se da la vuelta
sin mirar,
se acerca al
espejo
y le cuchichea al
oído
Una mueca cómplice, al otro lado.
Se mira en el
espejo y con color
dibuja su
sonrisa.
–
Es hora del té, dice la reina.
La
nena se sonríe media vuelta –y sin decir palabra–
abandona
la habitación.
No
quiero escuchar al espejo, ni una palabra más.
mientras
menos como…más me muero
1.
dibujo
con el dedo el nombre de las cosas (no puedo nombrar)
a
un sujeto,
yo
no tengo ni mayúsculas
el
plato lleno sobre la mesa. Los cubiertos, rotos
miles de pedacitos
el
olor devora la casa
devoro la
comida con los ojos
náuseas
suficiente.
No quiero un bocado
más
La
punta del mantel entre los dedos
¿lo
tiro?, ¿no lo tiro?
las
voces en la cabeza. Forcejean. (Ya no escucho)
mucho
RUI – DO
Lo
tiro.
–Muy
mal, señorita. A la cama.
La
mesa vacía.
Pe
da
ci
tos
en el suelo
El
espejo me saluda (no lo quiero mirar)
con
sonrisa socarrona entre los dientes
Espejo ciego, espejo mudo: la
cara, desdibujada
¿cuerpo?
No.
la
risa en mis oídos
(se
silencia en la boca)
El
espejo ciego sigue ahí
(no
lo quiero escuchar)
se
ríe
se ríe de mí
¡basta!
Por favor…,
con el dedo, en
minúscula.
– a la
reina batata, a la nena no
2.
mamá, en la cocina
la
mano acaricia el cuchillo
el
cuchillo sobre la cebolla
(veo
la cebolla redonda
en el fondo del
espejo)
a
la una – a las dos y a las tres – el cuchillo en la cebolla
en
gajos
se desarma
sobre el
plato
(el
brillo, translúcido en el filo del gajo, rebota sobre el espejo)
–lágrimas
secas
La
olla en el fuego.
Adentro,
la cebolla
Escucho
el sollozo
Mamá
llora lágrimas de sal
sobre
el guiso de hambre
(el
gajo borrado. El espejo en blanco)
Con
las manos abiertas restriego mis ojos.
–lágrimas
de frío
El
vapor de la olla por toda la casa
tirita de silencio
(el
espejo mudo canta una canción de cuna)
los ojos,
en
el espejo; la piel, de la cebolla
dorada y transparente
sobre
los huesos
con
el resto de mi nombre
me
dibujo un cuerpo
y,
por si el viento sopla fuerte,
una
sombra en el suelo
3.
De frente,
el cuchillo contra
el dedo,
la sangre en el
filo .
De fondo,
redonda se desarma
des ga
ja da
la cebolla
Desde el fondo el
brillo del gajo ronronea
(El espejo en
blanco, mudo)
De frente,
no veo
la alacena vacía
una gota de sangre
en la olla
una madre
un gajo de cebolla en el
espejo.
– Escucho el
sollozo
(La cebolla, desde
el espejo, llora a la nena)
La nena recoge sus
huesos.
Desde el fondo de
la madre,
los acomoda.
Con tiza, dibuja
sus pies sobre el suelo
y un par de
“mayúsculas” al filo del dedo.
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