En esta sección aparece material de quienes fueron miembros de la revista de cultura, "El Anartista". La preciosa y querida publicación duró ocho años. La escritura, en manos de algunos de sus participantes, queda como un territorio elegido para siempre...o hasta que dé, bah.
Textos de JORGE HARDMEIER, secretario de redacción
DEL ARTE DE CLAVAR UN CLAVO
Ninguna frase más desacertada, lectores, que la
siguiente: es más fácil que clavar un clavo. Clavar un clavo no es
fácil, es más: requiere de pericia y de un alto grado de especialización. Esto
lo transforma en un arte. Un clavo es un elemento por todos conocidos, ahora
bien, lectores: ¿qué fue primero, el clavo o el martillo? Todo artista de
clavar el clavo tiene en claro, como ley primera, que el clavo y el martillo se
necesitan recíprocamente, tal como el pie y el zapato, el policía y el ladrón o
el artista y su receptor. Incorporada esta ley en el espíritu del artista, este
deberá concentrarse en el perfeccionamiento de su labor. La superficie donde se
clavará el elemento clavo puede ser: pared, madera o sustancias especiales,
según la Asociación Artistas del Arte de Clavar el Clavo
(AAACLACLA también denominada 3ACLA2), incluyendo, dentro de las sustancias
especiales:
-carne (de personas o animales; no es
recomendable)
- telas (demasiado sencillo, no constituye gran
desafío artístico; no es recomendable)
- vidrios (el tal elemento se romperá y / o
astillará; no es recomendable)
- aire (el practicante del arte puede, en tal
situación, ser tildado de loco, insano o mimo y ser conducido a un
neuropsiquiátrico o a un estudio de televisión, respectivamente; no es
recomendable)
-frutas (es tarea sencilla; puede ser utilizada
como práctica en el mejoramiento de la técnica del artista)
-otros (no recomendable)
Un artista de clavar el clavo (desde ahora claelcla) debe
perfeccionar, en un principio, su técnica de sostenimiento del clavo, lo que
debe realizarse con la mano izquierda. Para esto, sostendrá el elemento clavo
entre el dedo pulgar y el índice, aproximadamente en el punto medio de la
longitud del clavo, pues si lo sostiene en un punto cercano al extremo que
posee punta es probable que el clavo caiga de su mano o bien que desvíe su
dirección y, si por el contrario, lo sostiene en un punto cercano a la cabeza
corre el peligro, el artista, de impactar con el martillo en sus propios dedos
y llorar a mares. Esta tarea, si bien ha sido descripta de modo sucinto,
consume horas y horas de paciente práctica. Y aquí nos remitiremos, lectores, a
otra frase popular, en este caso, feliz: dar en el clavo. Justamente,
esto contadas veces ocurre, si entendemos por dar en el clavo lograr la
perfección en este difícil arte. Mucha gente golpea con el martillo sobre
clavos diversos, mas muy pocos elegidos dan en el clavo. Continuemos con la descripción
del hecho artístico que nos ocupa. Al levantar el martillo, el artista, a modo
de conjuro dirá las siguientes palabras: Pablito clavó un clavito, ¿qué
clavito clavó Pablito? Luego, el movimiento hiperbólico que deberá hacer el
martillo en su recorrido antes de impactar en la cabeza del clavo deberá responder
a la siguiente ecuación:
@ = y 2 Öx
Donde:
@: curvatura de la trayectoria del martillo
y: distancia entre el punto de arranque del movimiento
ejecutado con el martillo y la cabeza del clavo a impactar.
X: la otra distancia, ustedes saben.
Pocos logran responder a esta ecuación en su ejercicio
artístico de claelcla. Existen situaciones que descalifican, desde ya, al
aspirante a artista, como las siguientes:
- impactar en la pared o elemento a ser
penetrado en lugar de la cabeza del clavo propiamente dicho.
- Caer el martillo al ejecutar el movimiento
oscilatorio.
- Impactar en los propios dedos que sostienen
el clavo o en otro sector de la mano.
- Estornudar.
- Impactar, con el martillo – al ejecutar el
movimiento anteriormente descrito – en la cabeza de alguno de los observadores
que se encuentran detrás.
- Emitir quejidos o gemidos, cual tenista, al
realizar el movimiento.
Una vez el clavo ha sido impactado este deberá haber
ingresado hasta el punto medio de su longitud total, para cuyo fin el golpe
deberá ser de una precisión extrema. Desde ya, el clavo no deberá perder su
carácter rectilíneo y, si esto sucede, es decir si el clavo se dobla, aunque
sea mínimamente, el artista no deberá largarse a llorar ni pataleará, so pena
de ser expulsado de AAACLACLA.
Pocos artistas han logrado la perfección en el arte de
claelcla. Lo han logrado: Edward Hass (británico, profesión: albañil, fecha de
la hazaña: 4/8/1974, Luxemburgo), Miguelito Medina (panameño, profesión:
desocupado; fecha de la hazaña: 14/8/1989; Marruecos) y Karina Vila (española,
profesión: maestra jardinera, fecha de la hazaña: 1/10/1996; Escocia).
Aquellos que logren la perfección en este arte un tanto
olvidado no deberán permitir, bajo ningún punto de vista o circunstancia, dejar
que el clavo en cuestión sea utilizado para colgar cosas tales como cuadros,
cadenitas, relojes, bombachas, diplomas o etc. pues es bien sabido que ley
general de todo arte es su carácter de inutilidad práctica; por lo cual si el
tal clavo fuese utilizado para los menesteres arriba mencionados, el carácter
artístico de la clavada quedará perimido.
Como pueden observar, distinguidos lectores, el arte de
claelcla no es tarea sencilla. Yo no clavo clavos nunca, ni en mi casa y si
resulta imprescindible llamo a un electricista.
DEL ARTE DE CRUZAR LA CALLE
La mayoría de la gente, los
desentendidos en estas cuestiones que pasaremos a tratar, dice, por ejemplo: cuando
crucé la calle, o vamos a cruzar la calle o el otro día, al cruzar
la calle, utilizando estas expresiones sin otorgarle la debida importancia
al acto del cruce de la calle. Claro que se puede cruzar la calle, así de
sencillo, esto es: ir de la vereda en la cual uno se encuentra a la opuesta
utilizando como medio de locomoción las propias piernas, ejecutando la acción
de una forma meramente mecánica; pero aquí me referiré, sin más, al verdadero
arte de cruzar la calle. Este arte de cruzar la calle se refiere a la acción de
pasar de una vereda a la otra, la de enfrente, mediante la acción de caminar.
Se excluye terminantemente el cruce en automóvil, en motoneta, en monopatín y
hasta en patines. Las leyes internacionales que rigen nuestro arte no hacen referencia,
al momento, a los zancos. Me inclino, personalmente, por excluirlos también en
el arte de cruzar la calle, apoyando la tesis del doctor Wittlin, ya que
constituyen un suplemento, favorezcan o no la actividad. Tampoco serán tenidos
en cuenta dentro de la categoría del arte que nos ocupa cruces tales como: en
diagonal, cruzar de una esquina a la contraria pero en dirección oblicua, cruzar
acompañado por un perro (pues estos seres ya de por sí practican el arte de
cruzar la calle, en forma innata, lo cual transformaría la acción, de ser
llevada a cabo en estos términos, en absolutamente nula, justamente por la
ayuda de este animal) y cruzar cuando llueve. El cultivador de esta actividad
artística no es un simple peatón, es un artista del cruzar la calle. La
generalidad de la gente no sabe reconocerlos pero un artista del cruzar la
calle reconoce inmediatamente a un ser de su misma especie. El artista en
cuestión deberá estar parado en la esquina, tranquilo, en posición de firme
pero atento. Es muy posible que otras personas lo rodeen aguardando la apertura
del semáforo. Él no deberá hacer caso a estas presencias. Y viene a colación lo
siguiente, distinguidos lectores: huelga decir que el arte de cruzar la calle
sólo incluye aquellos cruces que presentan semáforo, pues de lo contrario sería
un obstáculo – y de suma importancia – menos y es bien sabido que la grandeza
de cualquier arte radica en salvar la mayor cantidad de escollos posibles. Es
conocido el caso de un artista de cruzar la calle que se mudó a un departamento
ubicado en un edificio cuya esquina no contaba con semáforo. Por lo tanto, este
insobornable artista para, a modo de ejemplo, ir al kiosco del frente de su
casa, debía hacer un rodeo con el fin de tomar un cruce que contara con
semáforo. Finalmente, luego de muchas negociaciones, logró que la municipalidad
instalara un semáforo en su esquina. Continuando, nuestro artista deberá
aguardar, de pie, en la esquina seleccionada para practicar su arte, la
apertura del semáforo. Todos sabemos, lectores, que en esa instancia la figura
del hombrecito del semáforo permanece en rojo. Cuando dicha figura empiece a
titilar, variando su coloración al amarillo, el artista debe comenzar a
parpadear al ritmo de la titilación respectiva. Al aparecer el hombrecito
blanco en el semáforo, el artista en cuestión deberá adelantar su pie derecho
evitando los empujones y codazos de los transeúntes, pues si alguno de ellos lo
roza, aunque sea mínimamente, el hecho artístico quedará inmediatamente invalidado.
El arte de cruzar la calle es una cuestión de calidad y no de velocidad.
Existen diversos casos de artistas que fueron atropellados por automóviles en su
compromiso con el arte practicado pues, lentificando su accionar para responder
a las leyes del arte, fueron sorprendidos por una nueva apertura del semáforo.
Continuando, el artista deberá ubicar su pie derecho en la primera de las
franjas blancas de la senda peatonal, encaminándose por el exacto centro
longitudinal de dicha senda, luego apoyará su pie izquierdo en la segunda de
las franjas y así sucesivamente. Esto debe ser ejecutado manteniendo la vista
al frente, dirigida al hombrecito blanco del semáforo y conservando siempre el
andar por el centro de la referida senda peatonal. El artista deberá enfrentar,
también – note el lector que diversidad de obstáculos – al grupo de peatones
que cruzan la calle en sentido contrario, evitando codazos, roces o empujones.
Esto deberá ser ejecutado, como ya ha sido dicho, sin abandonar el centro de la
senda para lo cual, nuestro artista, deberá realizar los movimientos
necesarios, con su torso y cintura, ya que sus pies no podrán abandonar dicha
línea central y tampoco el ritmo de las pisadas en las diversas franjas blancas
que constituyen la senda. Si bien no ocurre en demasiadas ocasiones, puede
darse el caso que nuestro artista se enfrente con un colega en su arte de
cruzar la calle, sin poder abandonar ninguno de ellos el centro de la senda. En
estos casos ambos artistas se deben estrechar las manos y se van a tomar un
cafecito. Es interesante referir, a modo de ayuda a la cultura general de los
ávidos lectores, que las sendas peatonales eran, anteriormente al surgimiento
del arte que nos ocupa, planas aunque también de color blanco. Es decir: eran
un plano continuo de pintura blanca que conectaba a una vereda con la otra.
Luego, los fundadores de este arte decidieron que la división en franjas de
dicha senda enriquecería la belleza del arte por ellos creado. La primera de
las sendas peatonales divididas en franjas fue inaugurada en Zurich, el 25 de
Agosto de 1895. Prosiguiendo con la descripción del arte que nos ocupa: una vez
el artista haya pisado la última de las franjas, deberá dar un pequeño salto
cayendo con ambos pies sobre el cordón y bajo ningún punto de vista debe perder
el equilibrio, si no, no vale. Ejecutado este último acto, no deberá mirar
hacia atrás, sino que, indiferente, ajeno al contexto, enfrascado en su
humildad de gran artista, irá al kiosco más cercano y comprará un chocolate o
se apoyará en el palo de la parada de colectivos o le preguntará la hora a un
desconocido, sabiendo, en su fuero íntimo, que ha acabado de ejecutar un acto
artístico harto complicado. Como pueden entender, lectores, el arte de cruzar
la calle no es en absoluto sencillo, por eso yo cruzo las calles con el
semáforo en rojo, en diagonal y esquivando los autos que circulan a toda
velocidad, aceptando toda clase de insultos.
DEL ARTE DE DESTAPAR BOTELLAS DE VINO TINTO
¿Alguien, lectores, ha destapado una
botella de vino tinto como realmente es debido? Si la respuesta es afirmativa,
le solicito, a quien sea, me avise, pues se tratará de un hecho inédito.
Recuerden que me refiero a las botellas de vino, especialmente en su variante
tinto, a la extracción del corcho (este material es obtenido de la zona
periférica de árboles, especialmente el alcornoque, de esto deducimos lo
siguiente: cuando una persona es torpe o inhábil se le dice: ¡alcornoque!;
luego, a la gente de escasa estatura se la denomina corchito, con lo cual
inducimos que todas las personas de baja estatura son torpes) que oficia de
tapón de dicha botella. Los otros tipos de botellas no cuentan: nada más
sencillo que destapar la chapita de una botella de, por ejemplo, gaseosa o
cerveza o que desenroscar alguna tapa de otra bebida. También excluiremos de
este arte la destapación de aquellas botellas que, si bien son taponadas con el
material corcho, presenta este una saliente – una suerte de cabeza – de mayor
tamaño, esas en las cuales, haciendo presión con ambos pulgares o con uno sólo
de ellos se logra producir ese sonido más o menos llamativo, en general
burdamente festejado con aplausos y gritos por los acompañantes. Nada de eso.
Aquí, lectores, me estoy refiriendo al verdadero arte de destapar botellas, es
decir: utilizando el objeto comúnmente llamado sacacorchos (¿cuál es el plural
de la palabra sacacorchos?) para extraer el, justamente, corcho, de las
botellas de vino tinto. Para comenzar: no es sencillo tomar, manipular
debidamente la botella. Algunos neófitos se la colocan entre las piernas,
haciendo presión sobre ella e, insertando el sacacorchos, hacen fuerza en esta
posición: esto no es lo correcto y la posición corporal de tal sujeto abridor
de botellas es absolutamente ridícula y enfrentada con las reglas de la
elegancia en el arte de abrir botellas. La botella debe ser abierta, lectores,
adoptando el sujeto dispuesto a extraer el corcho una posición absolutamente
elegante, esto es: de pie, utilizando como superficie de apoyo de la botella
una mesa o la mesada de la cocina e insertando el tirabuzón en el exacto centro
del corcho. Esta tarea no es nada sencilla. Muy pocos artistas de la destapación
de botellas de vino tinto logran superar esta primera etapa. A la difícil, de
por sí, tarea de insertar el tirabuzón en el centro exacto del corcho – pues de
no lograr esto, como ya he dicho, la apertura no será acorde el arte del buen
abrir botellas de vino tinto – debe sumársele la no menos ardua tarea de
insertar el tirabuzón sin producir ruidos desagradables. Si se logra la hazaña
de llegar hasta esta instancia respondiendo a las leyes del arte de destapar
botellas de vino tinto, sobreviene lo esencial: de más está decir, lectores,
que no es propicio realizar absurdos gestos de esfuerzo en el momento de
disponerse a la apertura, ni – de más está decirlo – que se rompa el corcho al
producirse la extracción (está muy difundida la vulgar técnica por la cual, si
el corcho se quiebra, es empujada por el abridor de la botella, con el dedo
meñique, hacia el interior del recipiente: huelga decir que esta actitud no
sólo no responde a las leyes del buen arte de abrir botellas, sino que tampoco
se condice con las mínimas leyes de civilidad. Si este lamentable hecho se
produce, lectores, la botella debe ser inmediatamente desechada. Si sus
contertulios insisten en beber el líquido contenido en dicha botella, retírense
sin más.) Lo más complicado, si el abridor de la botella ha logrado insertar el
tirabuzón en el centro exacto del corcho, es obtener el sonido preciso en la
extracción del corcho. Hay un sonido propio para la abertura de cada botella:
esto está debidamente catalogado en una planilla al alcance de todos, registro
que se puede encontrar en la sede de la
Sociedad de Destapadores de Botellas de Vino Tinto y Afines (SoDeBoViTA), cuya
casa central tiene asiento en Londres, Inglaterra. Pues, estimadísimos
lectores, así como existe una mesa ideal y todos los diseñadores de mesas intentan,
en su fabricación, alcanzarlo – y pocos lo logran – existe un sonido ideal para
la extracción del corcho de cada respectiva botella de vino tinto. Muy pocos
abridores de botellas de vino tinto han logrado el preciso sonido en la
destapación. Aquellos que lo lograron son los verdaderos artistas de este
difícil arte. De más esta decir que, de ser logrado este sonido único, jamás
deberá ser acompañado por una sonrisa ulterior de quien ha abierto la botella
ni de ridículos aplausos por parte de el o la o los o las acompañante/ s. Estas
actitudes deleznables empañan la apertura de cualquier tipo de botella. Si son
realizadas con éxito las diversas etapas, respondiendo a las leyes del arte de
destapar botellas de vino tinto, la susodicha botella no debe ser apoyada
nuevamente en una superficie plana, tal como mesa o mesada, sino que se debe
verter el líquido, sosteniendo la botella con una sola de las manos – la
derecha en el caso de los diestros, la izquierda en el caso de los zurdos – en
la o las copas ubicadas sobre la mesa. Luego sí, la botella puede ser apoyada
sobre una superficie plana y estaremos dispuestos, lectores, para degustar
nuestro vinito. Como es posible constatar, el arte de abrir una botella de vino
tinto no es tarea sencilla, por eso yo bebo solo o con mi mujer y abro la
botella con violencia y luego, a modo de festejo, vacío mitad del contenido
sobre la cabeza de mi dama y, bebiendo directamente del pico, degusto lo poco
de vino que aún queda, tinto y tibio, dentro de la botella.
un grande, jorge, como siempre.
ResponderEliminary...cuál es el plural de la palabra rompenueces? eh?
el plural de rempenueces es rompenueces, no rompas las avellanas, please
Eliminarrompenueces tiene plural rompenueces, no rompas, porfi, las nueces; es igual que cascanueces, rompepelotas, etc
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