Susurrantes sobrevuelan
oídos súper
sensitivos,
ellos de
todas maneras,
hacen
caso omiso.
Inmensos terrones de azúcar enterrados,
inmensos, montañas,
montañas exquisitas,
el paraíso de
todo niño,
la
perdición para’l
goloso incurable.
-Imagino posible hallar el camino
hacia este legendario
tesoro.
-Sí, es posible.
-Sí, es posible.
-Enviemos diez águilas de montaña,
atigradas, astutas y veloces;
nos dirán el atajo
a tomar.
Iremos de noche, sigilosamente.
Iremos de noche, sigilosamente.
Hay guardias, merodean
la
zona, custodian, atentos,
no se les escapa nada… ni
nadie.
-Of cors, responden a la
corona.
-Callate
y
escuchá mi plan,
con
sumo cuidado.
Y no me faltés más el respeto, ¿okei?
Muy bien,
cuando sepamos la
senda,
Tú, el dogo, William y Marky
saldrán primero,
luego Brayan, Milton, Pol y Yo,
saldrán primero,
luego Brayan, Milton, Pol y Yo,
seremos ocho.
-Ocho, bizcocho.
-¡Estúpido, escuchá!
En la noche y no
lo olvidés.
-¿Llevaremos
armas?
-Posclaro, me extraña, araña.
Cimitarras, cuchillos, escopetas y dagas,
triunfaremos
con seguridad.
Volveremos cargados de azúcar, el oro blanco…
seremos
invencibles, brindemos.
-Yalú,
maestro.
-Salud, idiotita.
Él solo me niega,
sin importar de qué se trate,
incluso si tengo razón,
él solo
niega .
Historias:
apiladas, superpuestas y embotelladas
en
poquitas páginas.
Héroes, villanos,
monstruos, mitos y dioses,
habitantes de un mismo
mundo,
proezas,
aventuras inverosímiles.
Tierras soñadas por mentes brillantes,
Al
leerlas de pequeño,
mi
pecho palpitaba
cuando el protagonista y la criatura combatían
cuando el protagonista y la criatura combatían
En una batalla histórica
Por sus
exageradas dimensiones.
Hoy me río, ayer
me emocionaba.
Marcadas por siempre,
tatuadas en mi memoria,
dinastías y árboles genealógicos
dinastías y árboles genealógicos
de razas fantásticas
y las
llevaré a la tumba.
Tolkien no quiero que sea el padre de todas
ellas,
necesito
leer más de todo esto,
desentrañar el
huevo originario
de toda su literatura
y me comentan
de la mitología nórdica.
Sus mundos,
dioses y demonios,
el
Ragnarok, la batalla final,
en donde todos morirán
y sobrevivirán tan solo
unos pocos.
Emergen
nuevas ramas por escribir
nuevas ramas por escribir
una
historia,
inventar un mito, aunque sea
uno pequeñito.
Darle a una anécdota peculiar
tuya, mía, anónima,
fantasías únicas
que enamoren, apilen, ensueñen,
superpongan los dioses con la vigilia.
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