viernes, 31 de agosto de 2012

Nuevos poemas de Mariana Silvestre, agosto 2012


Las siete esposas del juglar

1.
Nunca molesté a los dioses con vagos reclamos.  La corona de flores a mi padre fue la más hermosa - grabada con el símbolo de lo etéreo -
Mis sábanas  huelen a lavanda.
Releo las cartas que mi esposo escribió a la distancia.
Cuando llega él, los años los guardo en un cajón.
La olla se enfría en la ventana.
Una gotita se filtra por las arrugas de mi cara.

2.
Igual a un gato acurrucado junto al hogar.
La última vez, el juglar trajo consigo una cajita de plata. Contó de salones y mujeres refinadas. Sombreros de mil plumas
Bajo el acolchado azul oscuro -la noche  atraviesa la ventana – suave.
Cuando abra la puerta: cierro los ojos.
Indiferente, un gato junto al fuego.
El manto de cielo y la piel esperan.

3.
            Que se detenga el cielo en su girar si hay que contar mis destinos. 
El sol tiñe las hojas. En la lejanía, el camino es luz.
La vida la llevo andando. Por donde quiera que vaya soy mi dios.
El susurro del viento me guía.
Muchas veces nos cruzamos, quién sabe qué nos espera.
Al andar deshago el tiempo.
Un pasito más y el mundo gira a la inversa.

4.
            Las hojas se marchitan a mi lado. El eco de mi sombra lo grita el monte.
            Cuando me encontró el juglar, venía escoltado por una caravana de artistas y bufones.
Y yo sola en el camino, las fisuras se parecían a las líneas de mi mano.
            Ojalá me hubiese dejado morir.
Curó las grietas con agua bendita, pero no siempre hay antídoto para el veneno.

5.
            Sobre el agua veo respirar mi reflejo.
No sé qué cara conocen más de mí y mucho menos las que inventaron. 
Fui señora de reyes, campesina de montes, víbora de agua, pececito de oro.
El viento sacude mi forma sobre el agua.
También fui esposa del juglar.

6.
            El pelo más negro que la noche. Siempre me llamó su preferida. Del pueblo, la más hermosa.
            Cuando escapé con el juglar mi padre inició una guerra.
            Nunca volví a dormir sobre un colchón de plumas. Pero, en las siestas, los pájaros rozan el alma.

7.
            A mi casa se llega atravesando un laberinto. La naturaleza del camino se asemeja a mi casa. 
Hay una zona de pasto verde, virgen (indica que estás llegando). Todos los años la casa se mueve unos metros y el pasto nuevo vuelve a crecer.
 Para llegar se puede tardar una vuelta de sol, depende cuál sea el punto de partida. La primera vez el juglar salió en otoño y llegó en primavera.
            Debajo de la cama, guardo alguna palabra de otoño.

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