lunes, 6 de agosto de 2012

Nuevos textos de Elena Liceaga, agosto 2012


PUNTO Y APARTE

Bajó del taxi y caminó unos pasos bajo la lluvia.
Pensó en su madre, el llanto final sobre su regazo.
Calzada de serenidad, entró al velatorio: abrazó a Patricia como sólo se abrazan los recíprocos testigos de vida.
En la sala silenciosa, descansaba Edith: se acercó al féretro en puntitas de pie y lanzó un beso al aire, ofrenda de buen viaje a esa otra madre de risa cantarina y manos de oro para los dulces.
Rumbo al cementerio, conversó con Chita – la mejor amiga de Edith- y los recuerdos alegres bailaron con la tristeza.

Junto a la puerta de la capilla está él, su porte distinguido de lord inglés: en tantos años de festejos y duelos sólo habrán intercambiado diez o veinte palabras intrascendentes; diez o veinte besos rápidos y equívocos.
Sus ojos se encuentran y encienden una pasión que – una vez más- apagarán dos o tres segundos después.
Hoy, más que la pérdida de la mujer con risa cantarina y manos de oro para los dulces, su tristeza es lo imposible de esa pasión.
Llueve a cántaros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario