I
La sombra
de las hojas
de los árboles
de mi calle
en la
cortina
de mi ventana
son
un marco oscuro al
ronquido
de mí
al lado del viejo.
Una tarde sin exigencia
nada más lindo
que atravesar el marco
hacia el fresco de un cielito azul
entre árboles amigos,
trepo a sus cuerpos de gruesa corteza
en una danza desde las
entrañas jóvenes, aunque las voces viejas sancionen:
¿No ven que al volar puede lastimarse?
Tan fácil sin marco recorrer sus cuerpos
por sus brazos hasta el tope,
hoja
entre sus hojas
savia sin ronquidos:
respiro.
II
Súbitamente me toman entre sus brazos
hacia el tope
el vaivén
por los aires
Pero el vértigo en dedos de madera
es la afixia
de volver a casa.
Después, me meto en vacíos de
otros
y recuerdo la mía (mía mi hoja)
entre ronquidos.
Una hoja no sabe de palabras,
por eso escribe el
poema.
III
Hoja,
presa que corre desquiciada
o yo en su lugar muda .
No pude quitar
los papeles el polvo
ni los cuerpos que llenan la casa
En el cero absoluto
en e l marco,
Y dentro, mis ronquidos, a tiempo
pegajoso ,
desquiciado:
Poema, ¡Habla!
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