viernes, 12 de abril de 2013

La cabeza bajo el agua, Por Roberto Aguilar, abril 2013



                                                      La cabeza bajo el agua

I
       Conozco de los muelles
        adioses y esperas infinitas,
              y la cabeza bajo el agua.

         Y las manos gastadas por tanta piedra,
        mentes y espaldas atravesadas por tachuelas,
        horas eternas bajo el látigo del amo.
       


         Y explotados con pan dulces bajo los brazos
         con la certeza de : “un día me iré  
         a saber de jardines,
         el sonido de la lluvia entre sien y sien,
                      un camino mejor
         bajo los pies.”
           
              Y conozco la espera. El barro en mis zapatos.

II
         Conozco del rumor y el olor nuevo
         de los libros con hojas tan blancas
          y el olor a pino seco  de los viejos.
         Y el fuego y el agua devoradores,
                           funcionarios
                       muertos, entre muertos bajo escombros.
         Mujeres atrapadas,
              entre espejitos de colores.
          El amor,  la ternura y la negación de los
         besos.
         Noches de insomnio, tempestades, la lectura sin libros
         sin luz, sin agua, sin gas ni dinero.
         Conozco de tu odio y del mío,
         la clara inocencia en la cara de un niño
y niños viejos con calculadoras en las manos.

                   III
Los bosques arden
su alma derretida
en la ciudad vacía.
Los campos esperan 
un cielo tranquilo.
Los ricos escupen sobre las flores,
las putas descansan contra los árboles.
Conozco, conocés, las cruces de madera,
los pueblos grises con alumbrados
apagados de noche y bajo las tormentas.
Las vías muertas, estaciones vacías,
asientos mojados por las heridas
de un perro.


                  IV
El sabor es amargo y sin recuerdos.
Alguien puso dos veinte a tus nervios.
Llega el padre para la extremaunción,
                     tus amigos y amigas para cerrar el ataúd,
movés los labios, el color vuelve a las
pupilas.
A todos los echas.
Es de noche. Soñás que conocés el fondo del mar,
                           las siestas, los ojos cerrados,
                           los cuerpos a flote
                           de las gaviotas sobre las olas.
                          
                          
                           A la deriva de los espejos, imagino  reconocerte.







        
       
       

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