Bajo tierra
De golpe el tren se detiene. Bajo
tierra. El cuero de una cartera contra otra. Una maleta con un bolso. Un collar
brilla en los intersticios de la luz. Las voces se hacen lejanas. Hay que bajar
por el túnel.
Abrirán
las puertas. Los pasajeros deberán descender en fila.
Hay un mullido calor.
-¡Falta el aire!
Un vestido rosa delata unas
piernas sudorosas que se rascan impacientes. Hay una bocina. Tres asientos
vacíos.
Hay un mullido calor.
Y un silencio.
-Son los sindicatos
-Son los sindicatos
Y un silencio.
Un anillo refleja la luz, parpadea.
Hay bolsos, maletas, hay mochilas. El piso no es de madera y un pie corre a
otro. Dos hombros se empujan para recomponerse. Un destello, el tubo de luz se apaga. Un pasillo se asoma en la mirada de una vieja . Una
puerta parece abrirse. Hay un llanto. Una risa en el tubo de luz. La espalda
contra una propaganda. Las letras de un afiche reflejan una gran sombra. El
altavoz.
La puerta de
salida.
-¿Por dónde? ¿Por dónde?
El túnel, los cables, las piernas
sudorosas. Un bigote. Un brazo tieso guarda un bolso. Los zapatos. Unos zapatos
rojos. Gritos.
Silencio.
El tren avanza.
Suspiros.
Vuelve a detenerse. No avanza, el tubo de
luz, los anillos dorados. Las mochilas. Tres asientos vacíos. Cinco y avanza.
Por fin avanza.
La estructura
El cielo está gris. Raúl ve el
partido de fútbol desde la escalinata. La pelota toma recorridos aburridos.
Insoportables. Nunca le gustó el deporte. Sus compañeros gritan, las voces casi
no se escuchan luego de media hora. Piensa: tal vez es mejor irse, escapar por
los pasillos, por los cambiadores, surcar las esquinas hasta llegar a la meta.
Raúl es presa de todo tipo de orden, indicación, insulto o maltrato.
Ellos
gritan
Raúl
se amarra al gris del cielo, igual al gris de los muros, igual al gris de la
camisa del celador. Raúl sabe.
Sabe tanto Raúl
Raúl
esquiva.
Raúl esquivo
Trepa y
trepa la escalinata. Está retardado: se encontraba en el segundo escalón y hace
media hora llegó al número treinta, pero…
Sabe que está en el segundo
Raúl
no logra tomar aire, ya en el escalón número cuarenta y no sabe por qué lo sabe. Raúl se desplaza
como una víbora, una víbora que…
¡Se hace pelota!
Raúl
ve las ménsulas del gris edificio, el cielo turbio, los delantales tan turbios.
Raúl se acurruca sobre el techo del cambiador, se hace pelota, se enrosca, se
enreda, se aprieta, se hace nudo, se achica, se mutila, se cae, se envuelve. Se
hace víbora.
¡La pelota!
Raúl
ya no respira. Entra en las encrucijadas del edificio.
Ya
no oye.
Es
estructura. Y está pintado de gris.
No hay comentarios:
Publicar un comentario