miércoles, 24 de abril de 2013

"Bajo tierra" y "La estructura", dos textazos de Gabriela Ramos, marzo 2013


Bajo tierra

            De golpe el tren se detiene. Bajo tierra. El cuero de una cartera contra otra. Una maleta con un bolso. Un collar brilla en los intersticios de la luz. Las voces se hacen lejanas. Hay que bajar por el túnel.

            Abrirán las puertas. Los pasajeros deberán descender en fila.

            Hay un mullido calor.

            -¡Falta el aire!

              Un vestido rosa delata unas piernas sudorosas que se rascan impacientes. Hay una bocina. Tres asientos vacíos.

             Hay un mullido calor.

          Y un silencio.

            -Son los sindicatos
            -Son los sindicatos

            Y un silencio.

            Un anillo refleja la luz, parpadea. Hay bolsos, maletas, hay mochilas. El piso no es de madera y un pie corre a otro. Dos hombros se empujan para recomponerse. Un destello, el tubo de luz  se apaga. Un pasillo  se asoma en la mirada de una vieja . Una puerta parece abrirse. Hay un llanto. Una risa en el tubo de luz. La espalda contra una propaganda. Las letras de un afiche reflejan una gran sombra. El altavoz.
La puerta de salida.
            -¿Por dónde? ¿Por dónde?
             El túnel, los cables, las piernas sudorosas. Un bigote. Un brazo tieso guarda un bolso. Los zapatos. Unos zapatos rojos. Gritos.
             Silencio.
            El tren avanza.
            Suspiros.

           Vuelve a detenerse. No avanza, el tubo de luz, los anillos dorados. Las mochilas. Tres asientos vacíos. Cinco y avanza.

           Por fin avanza.



La estructura

            El cielo está gris. Raúl ve el partido de fútbol desde la escalinata. La pelota toma recorridos aburridos. Insoportables. Nunca le gustó el deporte. Sus compañeros gritan, las voces casi no se escuchan luego de media hora. Piensa: tal vez es mejor irse, escapar por los pasillos, por los cambiadores, surcar las esquinas hasta llegar a la meta. Raúl es presa de todo tipo de orden, indicación, insulto o maltrato.

            Ellos gritan

            Raúl se amarra al gris del cielo, igual al gris de los muros, igual al gris de la camisa del celador. Raúl sabe.

            Sabe tanto Raúl

            Raúl esquiva.

            Raúl esquivo

            Trepa y trepa la escalinata. Está retardado: se encontraba en el segundo escalón y hace media hora llegó al número treinta, pero…

            Sabe que está en el segundo


            Raúl no logra tomar aire, ya en el escalón número cuarenta y  no sabe por qué lo sabe. Raúl se desplaza como una víbora, una víbora que…
            ¡Se hace pelota!

            Raúl ve las ménsulas del gris edificio, el cielo turbio, los delantales tan turbios. Raúl se acurruca sobre el techo del cambiador, se hace pelota, se enrosca, se enreda, se aprieta, se hace nudo, se achica, se mutila, se cae, se envuelve. Se hace víbora.

            ¡La pelota!


            Raúl ya no respira. Entra en las encrucijadas del edificio.
            Ya no oye.
            Es estructura. Y está pintado de gris.


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