Cama Vacía
Ahora se desarma bajo piernas
largas, sobre el recorte de una sábana, extrañamente rozada por un talón blanco
y febril. Las manos se esconden furiosas, nudos en la almohada. Truenos azules,
figuras fantasmagóricas plegadas en un retazo de rodilla, una encrucijada
sudorosa de ombligos, flores marchitas, espantosas ensoñaciones. Se desplaza en
tristes rincones, desanda el cuerpo, esa cama vacía. Una ventana quita de
laureles, falta de sol, vacía de flores.
Una cama repleta de apariciones, de
fulanos sin falta.
La cama vacía arrulla los gemidos de
las hojas, las estrellas en lo alto, la enorme espera de la noche en retazos.
La noche perdida. Los cuerpos amados, las tristes figuras, los quejidos
ausentes. Cuando termina la noche, la cama se hace, se calza, revive.
Anochece y la cama vacía a veces
abriga las partes perdidas, los frágiles recuerdos, los escasos vacíos, los
breves restos del día. La cama vacía anda cuerpos.
Al otro día repite la mágica
ceremonia, la despedida del instante.
Llega el día y la cama hecha ya no
espera.
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