lunes, 24 de junio de 2013

Cama vacía, por Gabriela Ramos, Junio de 2013

Cama Vacía

            Ahora se desarma bajo piernas largas, sobre el recorte de una sábana, extrañamente rozada por un talón blanco y febril. Las manos se esconden furiosas, nudos en la almohada. Truenos azules, figuras fantasmagóricas plegadas en un retazo de rodilla, una encrucijada sudorosa de ombligos, flores marchitas, espantosas ensoñaciones. Se desplaza en tristes rincones, desanda el cuerpo, esa cama vacía. Una ventana quita de laureles, falta de sol, vacía de flores.
            Una cama repleta de apariciones, de fulanos sin falta.
            La cama vacía arrulla los gemidos de las hojas, las estrellas en lo alto, la enorme espera de la noche en retazos. La noche perdida. Los cuerpos amados, las tristes figuras, los quejidos ausentes. Cuando termina la noche, la cama se hace, se calza, revive.
            Anochece y la cama vacía a veces abriga las partes perdidas, los frágiles recuerdos, los escasos vacíos, los breves restos del día. La cama vacía anda cuerpos.
            Al otro día repite la mágica ceremonia, la despedida del instante.

            Llega el día y la cama hecha ya no espera.

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