martes, 2 de julio de 2013

No sabe nada de la vida, un cuento de Pablo Cecchi, julio de 2013

“No sabe nada de la vida”


                -Desde que tengo diez años que no soy tan feliz- me dice mi amigo y aclara -de verdad.  Yo le creo, pero
 miro a un costado, busco ocultar la molestia por su confesión. Alfonso, mi amigo, hace unos cuántos años está de novio con esa harapienta del barrio. Los primeros meses vino tranca la mano, igual yo ya me olfateaba algo extraño, cuando nos reunimos en mi casa o en algún bar, la mina nos mira re mal a todos los amigos, se queda callada y sólo habla con “el Afo” en voz baja y siempre enojada. Acto seguido, se van. Con el transcurrir del tiempo, empezaron los faltazos de nuestro amigo a los asados domingueros, evidentemente,“la que te jedi” le absorbía todo el tiempo, quiere que sea solo para ella y le disgusta profundamente el hecho de que esté con sus amigos.) Te juro, no puedo creer cómo no le da un voleo en el orto en todo este tiempo que ya llevan juntos. Qué mina, mi dios, cómo se la aguanta. Me desespera.

Es sabido por todos nosotros que al año de comenzar a salir, le metió los cuernos con un arquitecto, un tal Rodríguez, y con otros tantos más, según me contó Adriana, una amiga en común. Incluso se quiso encamar conmigo en numerosas ocasiones por esa época. Mirála a la flaca, no llevaban más de 3 meses de noviazgo y ya se quería voltear al mejor amigo de su pareja. No agarré viaje pese a su singular encanto y belleza. Ojo, yo también tenía lo mío, eh, supe ser un pibe bastante lindo y atractivo, no había quién se me resistiera ni la mujer más agria dejó de mirarme con ganas en algún momento. Bueno, bueno, me voy por las ramas, vuelvo por donde quedé: Bárbara lo hizo laburar como nadie con la mudanza, con su obsesión por mantener todo limpio y en orden. Le comía el sueldo todos los meses, se lo gastaba en ropa de marca, carteras, exquisiteces, manjares y joyas súper lujosas. Él se las arregló y, aunque su novia no se lo permitió, se las ingenió en alguna ocasión para vernos; nosotros, sus amigotes, La banda de Viyurca; el sábado pasado fuimos al cine Savoy a ver una de acción, sobre perros voladores, a mí siempre me gustó el género. A él, cuando éramos unos "pendex", ahora no. Le gusta más el drama, las nacionales y las que ganan muchos premios de afuera (los globos de Oro, los osos de no sé qué cadorcha y los premios de Cannes). Pero, bueno, decidió ceder en esta ocasión, ante la elección de su amigo, a quien no veía hace un tiempo largo, muy largo.

Qué suerte tuve en no conocer a nadie que me aislara así, o que me hiciera absolutamente dependiente de ella. Para empezar vivo solo. Hago lo que quiero, no tengo a nadie detrás diciéndome qué hacer y cómo. Punto, es simple, me cojo a la que quiero y cuando quiero. Me voy a un buen boliche, me transo una nami, me la llevo al telo o a mi casa, siempre- claro- con su consentimiento, soy todo un caballero Es así, la buena vida es para pocos. Yo soy uno de ellos, soy un tipo honrado y feliz, disfruto estar entre amigos. Él, a veces, parece que no. Porque yo sé muy bien que tanto a mí como a Maribel no nos ve porque prioriza estar con su boludita, fuera de que esta sucia de mierda lo deje o no lo deje.

                Lo voy a llamar a Alfonso, pasaron cinco años ya desde la última vez que nos vimos. Bueno, yo lo veo siempre en el programa que conduce a la tarde por América y en las revistas de chimentos, cuando cuentan sus nuevos romances. Sinceramente soy su fan número uno y él lo tiene que saber, solo lo tengo que llamar, estoy cansado de estar solo.



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