lunes, 8 de julio de 2013

Enfocado, un texto de Pablo Cecchi, julio de 2013

Enfocado

                Aquel foquito de 75 watts emanaba su particular luz desde un rincón de la pequeña y pobre cuarto, corazón de la exótica lámpara símil japonesa que tenemos Marta y yo, y poseedor de una mente clara y brillante. Lo miraba fijamente y pensaba, aunque- por su fortaleza lumínica- me costaba mucho desprenderme de su imagen,  lo precursor que fue en el nacimiento de las ideas, cuántos inventores como Einstein o da Vinci, o su mismísimo padre, Thomas Edison, serían nadie hoy sin él. Ninguno hubiese llegado a ninguna de sus fantásticas invenciones ;  qué atrasados estaríamos en relación a lo que estamos, ¿no?, nadie se pone a pensar en eso realmente, el común de la gente se llena la boca de una sarta de pelotudeces hoy día. A ver, hay que pensar un poquito mas, usar la cabecita para algo más que para ver la tele, usar el feisbuq y chismosear forradas. Necesario es ponerse a reflexionar profundamente: no seríamos nadie sin él, sin el foquito. Es alguien maravilloso, le debemos la vida, pero, por favor… qué me vienen a hablar ahora de que se nos viene el mundo abajo, pero, che, ¡inútiles!, ¡un poco de consideración a la hora de referirse al foco! Él es la vida, él es Pepe.
¿Y su espontaneidad, qué?, ¿acaso piensan que ustedes pueden tener las salidas que él tiene?, es auténtico ante todas las cosas, con él me siento muy confiado, me identifico mucho, sé que me va a responder siempre y es muy claro cuando proyecta, cosa que constantemente ocurre; incansable, está permanentemente ante la necesidad del otro. Es como yo, porque cuando cumplo, cumplo, igual que él, no se hace drama por nada, por ninguna cosa. Pepe es un foquito especial, no es insulso o burlón como el resto que siempre se gasta, él es único, déjenme que me sincere.

                Cuando llegué el otro día a casa, jueves de la semana pasada creo que fue, sí,  jueves, vine muy cansado, fue un día interminable en el laburo, pila de cosas para hacer. Singularmente, parecían no tener un final, para colmo, faltó una compañera de oficina por lo que debí hacer el doble de labor. ¡Buenos días, amor!, le dije a Marta ni bien llegué, me esforcé por ocultar mi malestar; ¡pero para qué! Ella: que no llamé en todo el día, que se sintió sola, que me necesitaba, que no podía dejar de pensar en mí. Pero yo sé muy bien qué hay tras todo esto, ella está celosa de Pepe, claramente es eso porque estoy más tiempo junto a él que con ella últimamente, es que nos tomamos mucho cariño, hasta el punto de hacernos íntimos amigos. Los domingos salimos  juntos a pasear, vamos al cine, el elige la película, yo invito. Sino salimos a andar un cacho en bici por los bosques de Palermo. Nos gusta el aire libre, el verde, esa sensación de respirar aire puro, como si estuviésemos en el Sur.  Es el compañero que toda persona quiere tener en la vida.

                ¡Basta de adulaciones! Lo único malo de él, la parte que nunca mencioné, es que cuando lo conoces se enrosca fácilmente, no parece alguien sencillo pero con el tiempo me di cuenta: es un amor, no hay nadie como él. También sé por amigos en común  que, tiempo atrás, cuando no vivía en casa todavía anduvo con una foquito roja noviando, cuando eran más chicos, en su temprana adolescencia y no salían de sus habitaciones de cartón de la ferretería de Don Atilio; ahora ella está muy lejos, en el viejo hotel alojamiento de Ciudad de la Paz y Manuel Ugarte, no sale de ahí y vive elogiada por las parejas enamoradas. Igual lo extraña y no sabés cómo.
                Lo recuerdo como si fuera ayer, lo vi solo como siempre lo veía, como a la espera de  mimos, tan frecuentes por entonces. Lentamente me acerqué al cuarto y le susurré un -¿Cómo estás?, me enteré que anduviste noviando-, mientras lo acariciaba con mi franelita naranja (su preferida) con la que suelo hacerlo, su sonrisa de siempre esta vez tornó en enojo y luego en estallido, del susto el trapito se me cayó : -¡aarrgggghhh!, me quemó la mano. La saqué barata, pero él, él no, murió, su vida terminó, sus patitas separadas. Cómo olvidarlo, todo ese tiempo de oro que pasamos juntos, momentos felices que no serán reemplazados por nada del mundo. Miro sus fotos, no lo puedo creer e irrumpen las lágrimas. Qué viajes nos dimos. Donde quiera que esté, que siga iluminando vidas y caminos como hizo con el mío.


 

03/07/2013 Pablo “El Suricato” Cecchi

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