HORAS EXTRAS
Pedro tenía de cincuenta
años, empleado judicial, Ana sus esposa
tenía cuarenta y ocho años. Viven juntos desde hace veinte años. Pedro trabaja
entre expedientes polvorientos en lugar oscuro, con oscuros compañeros de
oscuros pensamientos.
Ana,
desde que perdió su primer embarazo de cinco meses, ya no pudo tener más hijos,
eso la deprimió mucho. Abandonó su
aspecto físico y sus ambiciones. Tirada en un sillón pasa los días, entre
culebrones mexicanos y noticieros que repiten una y otra vez los
mismos crímenes y robos (no existen otras noticias)
A
la hora de la cena, casi no conversan entre
sí, se les gastaron las palabras
y los temas. Los días son todos iguales se repiten fatigosamente.
Ana solo mira la tele y come chocolates y
galletitas, engorda más y más. A la vez que aumenta su pesimismo y su desidia.
Para ella la vida pasa entre novelas mexicanas, crímenes y robos que le cuentan
en l a tele. Es más seguro quedarse en casa, “piensa”. Sin vivir no se muere,
pero vivir muerto es peor, que morir de un tiro en la cabEza.
Pedro
trabaja demasiado, es un buen empleado. Pero comenzó a sentir dolores en su
espalda y en su cuello, por lo que fue a visitar a un médico. Pedro siempre fue
un hombre sano dinámico, bastante alto y bien parecido con cabello rubio prolijo y barba candado que le da un aspecto
intelectual.
El
médico le mandó hacerse unos estudios.
Ante los resultados solo le dijo que debía ocuparse más de sí mismo,
hacer ejercicios, correr, trabajar menos y romper con la rutina. Pedro se
compró un equipo de gimnasia y zapatillas para correr. Ha dejado de hacer horas extras, lo que le permite llegar
más temprano a su casa, cambiarse y salir a correr tal cual le recomendó el
médico.
Ana
continúa su rutina de chocolates y tele.
Pedro
se pone la ropa de gimnasia y se dirige a la plaza a tres cuadras de su casa. Al principio
empieza con ejercicios suaves a
caminar trotar y descansar un rato. Se
siente muy bien, a pesar de que le duelen todos los músculos. Día a día su
condición física mejora.
Mientras Ana,
con sus chocolates y telenovelas, engorda cada vez más.
Pedro
ya puede dar varias vueltas a la plaza, sin cansarse. Cuando vuelve a su
departamento de dos ambientes de barrio de Almagro, ya no soporta ver a su
mujer tirada en el sillón, meta tele y
chocolates.
Una
noche como otras noches, Pedro sale a correr, da varias vueltas a la plaza cada
vez a más y más velocidad, siente que
tiene un motor en cada pierna y en sus brazos, alas de águila. Corre por la
ciudad gritándole a la gente que lo miraba azorada, que era libre, libre,
libre. Atraviesa bocacalles, salta
automóviles y semáforos, agita sus brazos-alas y se eleva sobre la ciudad. Ve
todo desde arriba, vuela sobre el Río de la Plata, roza las nubes, se eleva más
y más , se cruza con un cometa blanco y luminoso que le hace un guiño.Se pierde
en el universo y jamás regresa.
Ana,
ausente de todo, ve la tele y come sus chocolates desparramada en el sillón. Ya
no puede moverse, intenta incorporarse y cae al suelo. Así muere, aplastada
contra el piso, sola en su departamento de dos ambientes del barrio de Almagro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario