Pulsaciones poéticas
1
La sangre hace ruido en tus pies cuando
los sauces lloran sobre el lago.
2
Una rosa arrancada de la tierra por
generosa mano a otra mano, se hace canto derramado entre el baile de los pájaros.
3
Cruza el cielo la golondrina, cruza los
montes, los ríos, te cruza a vos
de
lejana mirada.
4
La distancia nos une, amor de primavera,
cada vez más lejos, cada vez más cerca.
Olvido y memoria de un ángel.
5
Los ídolos se reúnen por la noche a hablar
con los muertos, mientras la
más
viva, la eterna ilusionista, ¿con quién se juntará después de haber partido?
6
Las manos atesoran el espanto de la noche.
El corazón las compra y las
vende
a la luz de los ojos.
7
Al mirar tus ojos, veo el celeste cielo.
Al mirar los míos, la noche honda.
8
Hoy, gasto palabras de amor, desmayos,
angustias, pongo al tiempo contra el techo y lo miro. Mañana, volveré a hacer
lo mismo.
9
Las raíces se pudren bajo el nogal ¿Cuánto
tiempo necesitaré para volver
a
ser madera, flor y río?
10
Mañana la tarde, hoy la noche, pasado la
lluvia, luego el arco iris.
Un
ángel pellizca mi corazón y cae al mar.
11
Alegría cerca de la luna,
Alegría
bajo el resplandor de las estrellas,
Alegría
de casi nada: un punto entre el cielo,
la tierra y el infinito.
12
La razón balbucea con los gusanos. El
cuerpo la atrapa y la hace
mariposa.
13
Un puñado de arena es todo lo que necesito
para ser libre.
14
Las voces del cañaveral amortiguan mi
locura,
el
silencio se hace trizas y la seduce. Es cielo, lluvia, aire, palabra mojada
y
murmullo del viento en mi corazón.
15
Entre mi silencio y yo no hay nada. Solo
palabras mudas, desesperación
y
abandono. Entre vos y yo, un volver a empezar.
16
Te doy una rosa, un clavel, pongo en tu
cabeza una guirnalda de flores.
Descubro
tu velo y el misterio se hace sonrisa sobre mis ojos de mirada reflejada.
17
La llanura es torva. Hay algas, hormigas
en mi memoria. La razón usa
camisa
de fuerza; mis pies, alas. El corazón se detiene después del amor.
18
La angostura de la noche. La delicia de no
tener al tiempo. Sueño que no soy, me
pierdo en lo oscuro en busca de una mirada.
19
Salgo a cazar bajo la noche fría, salto la
ventana de mi memoria, entro
al
olvido, agito mi guadaña y corto palabras. Ella flota sobre la superficie
del
lago de mi desesperanza.
20
Soy extranjero en todas partes. Mi país es
el desierto ¿Qué era yo cuando
me
echaron de los bosques?
21
Apresuro a beber de tu sonrisa, como un viejo
ciego, muevo los hilos de mi memoria de niño, para hacer de ella un color
perdurable.
22
¿De dónde viene? Entra en mi casa como el
duende de la noche más rica. Trae el sol, lo pone en mis ojos. Deja caer la
luna sobre mi boca,
y-
con mi nariz- hace un templo espejado de húmeda tierra.
23
No hay nada más que decir. Pongo silencio
sobre silencio hasta ser
tumba
de palabras y te escucho.
24
Llamo al amor como se me antoja, menos
esperanza u olvido de haber
naufragado
sobre el verbo.
25
Vivo enamorado, pero nada. Y la nada muere apasionada por mí.
26
El mundo envidia que formo parte de las
cosas sin nombres.
27
Estoy hecho de amor. Es decir de endechas,
reciclajes, entierros, insomnios, lágrimas, sonrisa de un arco con una flecha
que desangra
mi
corazón.
28
Murmullo: una gota tras otra cae sobre el
río. Los muertos desean
a
los vivos su sed de amar.
29
Pasos que rondan la casa. Claridad de la
luna. Llegan sombras en donde no hay sombras. Alguien enciende una vela cuando
no estoy.
30
La arena: granos perdidos, luego
encontrados por los pies, por las manos
levantadas
al viento de la medianoche, a la brisa del deseo.
31
Huellas sobre la hojarasca, entre la hierba
quemada. El llanto del viento,
la
risa y la cascada se van lejos. Un rayo cae y mata a un ángel.
32
Nadie se escapa: se dan las manos, te
ponen collares con perlas negras, regalan mariposas de madera y escriben poemas
donde está la noche, ellos vos y yo.
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