lunes, 25 de marzo de 2013

Este reino enlechuzado, por Carolina Diéguez, marzo de 2013


A su majestad la Reina
(batata destronada)
Le escribo para hacer de público conocimiento la rabia que me invade al verla.
Sí, con su sonrisa socarrona de entredientes, se cree muy dueña de este reino enlechuzado de gatos y liebres.           
Diamantes y piques corretean por las veredas, mientras cinco y siete espían por la ventana.

La farolera tropezó y en la calle se cayó…

La nena llorisquea y desgaja una cebolla al borde de la cama (la casa está vacía, hay silencio de muerte entre las cosas). Y la piel de la cebolla arremolina
         Torres, coroneles y alfiles, en guardia
Se corren rumores: la reina fue acusada por pinchar a la mermelada

Alcen la barrera para que pase la farolera…
El cocinero desapareció pero hay ronda nocturna (dicen que fue la reina)
Y mi sombra de niña, en morisquetas al pie de la cama, pide silencio.

Cinco y siete desvisten la noche y guardan su traje amoratado en un cajón.

Me despido Atte. de su majestad La Reina,
La niña destronada.


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