miércoles, 13 de marzo de 2013

"La tapa del mundo", por Patricia Tombetta, marzo 2013


LA TAPA DEL MUNDO
Dejó de sentir los pies y la visión de esas antiguas tumbas abandonadas, vistas entonces desde un nuevo ángulo, le dieron la pauta de que había caído. Sólo uno de sus brazos estirados impedía que su cara huesuda se apoyara sobre el suelo seco y pedregoso. Una rama esponjosa  y adolororida, desde donde divisó a un águila.
-Por lo menos no parece la misma de hace un rato- murmuraron sus labios endurecidos- y tampoco esta me mira. Debe estar buscando comida, como yo el camino.
Esta última palabra obligó a sus labios a rozarse y un ardor insoportable lo decidió a beber el resto escaso de agua. Labios secos como el suelo, como el aire, como las dunas que había traspasado hacía un rato.
-Cómo se me ocurre largarme solo por un desierto asiático-
El agua no le había dado suficiente fuerza para caminar, pero sí para el reproche. Apoyó la cabeza en el suelo y quedó frente a frente con el cielo celeste que, como una gran tapa, amenazaba aplastarlo. La tapa del mundo.
Logró plantar el codo y cambiar nuevamente el ángulo de sus visiones. Le pareció que la luz corría a gran velocidad. Unos venados huyeron  como un torrente vital del árido paisaje.
-Se deben haber creído que era otra de esas lápidas olvidadas- una risa forzada se opuso a cierto temor que amagaba crecer y romperle la piel como esos pastos duros agujerean el mundo.
-¡Ladran, Sancho, señal que nos movemos!- intentó gritar aunque sólo emitió un murmullo indistinguible de la suave brisa que lo acompañaba desde hacía horas, desde todo el día y desde el día anterior. Como una mujer esquiva, prometía un placer que no llegaba y le sacaba las últimas gotas de humedad.
-Si vos no te movés, yo tampoco- le dijo al águila- por ahí, vos sabés qué  hacer en estos lugares. Tanto joder con este viaje, sos raro, me repitió Ana una y mil veces. Tan raro que lo único que quiero es estar tirado en avenida Rivadavia, así soy, Anita.
El pájaro abrió las alas y las echó hacia abajo, como un piadoso pañuelo grisáceo parecía querer abrigar la roca en la estaba apostado.
-Hasta ahí no te sigo-dijo ya sin aire.
Las articulaciones de su largo cuerpo parecían haberlo abandonado en busca de mejores lugares y, como una bolsa de aire, flotó en un giro completo. Quedó boca abajo y descubrió un grupo de cabras renegridas que pastaban en lo alto. Vivos lunares negros en la cara visible de aquella duna.
-Esos bichos son de alguien, estoy salvado- la esperanza hizo alguna presión sobre los músculos, apoyó las manos y, sin saber por qué, se concentró en la gruesa cicatriz de la mano derecha. Recuerdo imborrable de una aventura en el Amazonas que había podido contar.
“Entre el aventurero temerario y el boludo hay apenas una pizca de suerte”, pensó mientras se arrastraba hacia las cabras. Pero sus piernas también habían huido. Su cabeza cayó pesada sobre la blandura. “Por lo menos alcancé la duna, tengo que llegar a las cabras, son de alguien, alguien que necesito más que las cabras” El último esfuerzo por moverse le hizo soltar las últimas gotas de orina, último tesoro que, como un río caliente, arrastraba sus magras esperanzas.
Abrió los ojos y vio a los venados muy cerca. Buscó al águila que, entonces sí, lo miraba. Colocó la mano cicatrizada por delante de la cabeza, como si por sí sola hubiera podido transformarlo a todo él en un gran imán arrastrado hacia su norte. Reptó en ascenso la duna hacia las cabras, hacia ese alguien detrás de las cabras.
“Si por lo menos pudiera gritar”
La arena estaba tibia, aunque él sabía que no guardaría por mucho tiempo el calor del sol. El sol, como ese alguien, se escondía también detrás de la duna y dejaba todo cubierto de sangre. El mullido acolchado lo recibía gustoso y cerró los ojos.
“No es fácil ser gusano, aunque tampoco debe ser la gran cosa”, pensó en forma de promesa y cayó traicionado por el sueño.
No escuchó el grito del águila que espantaba a los venados, no escuchó el cencerro que llamaba a las cabras muy cerca de allí.
Un bulto  inerte  a la espera de quien llegara primero.

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