viernes, 15 de agosto de 2014

Prosa poética, Hombre de lluvia, por Roberto Aguilar, agosto de 2014

                                                     Hombre de  lluvia


Bajo una nube blanca, el viento del sur se metía en mi cabeza, ojos, oídos. Abría mi boca en una sonrisa con sus relámpagos luminosos. Me resquebrajaba y movía de un lado para otro. El cielo más negro que, en la última pena subía en forma de rayos, caía y partía mi cuerpo en filamentos. El viento envolvía mi cintura. Giraba. Y la cola del diablo se metía, se metía. Mis piernas iban hacia atrás, al centro, hacia adelante sobre dos zancos sostenidos en el vacío. Se hundían en la capa de barro del suelo. Pero, en una gota de aire abierta, el inmenso espejo de agua aparecía en el camino de piedras. Andaba y desandaba invertido al ras del abismo, en lo profundo de la tierra oscura, llena de uvas chinches. Soplaba el azur dentro de mi pie derecho. Por el agujero del zanco crecía el tallo de una flor cerrada. Se erguía azulina, de chanfle, transparente. Yo la regaba, acariciaba suave, muy suave hasta el cielo cargado de reflejos rotos. En lo alto explotaba en lluvia. Horda de pájaros húmedos sobre la danza de una nube negra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario