Con un
trapito, sacó los restos de día pegados en el vidrio. Corrió los muebles y despejó
la zona marcada por la luz.
Sobre la
silla, se estiró para arrancar la telaraña, por lo alto.
Así como
se cuenta una mentira (que podría ser verdad) se creyó segura.
Al otro
lado, en la ventana: una gracia de señora, pintada en flor. Invita al so, en
la hora de la merienda.
(Si llegase
el cartero y la viese así estirada, con los deditos apretados en equilibrio) Situación
tan graciosa, pensó.
Hacía rato
que no ayudaba en su memoria. Antes, se pasaba tardes enteras con su mejor vestido y la cara limpia (solo un
poquito de rubor). Esperaba en la ventana, ¿acaso algún viajante la guardase en
la mirada, como a una cajita de cristal?
Hacia el
poniente, sintió el viento suave arremolinarse en la cortina. Un zumbido de abejas
la envolvió de nostalgia.
(Una
palabra colgada de la lengua, un pañuelo olvidado en el cajón).
Relajó su
cuerpo en la silla, ya estaba cerca la puesta del sol.
Era una
tarde rara como el relato de un sueño. Y con esa aurora lo cuentan los que lo
vieron pasar. Ya casi entrada la noche, el gaucho arriaba las vacas; el médico
manejaba su coche y las hijas del vecino de al lado volvían juntas a la casa,
apurando el paso sin perder la claridad del camino. Y, como en una gran
tormenta, todo se oscureció de repente. Y tal un rayo reflejado en el espejo,
se vio una luz entrar: esquivar el cerco, rodar por el pasto y pintar la casa
de luz, hasta dejar una llama incandescente sobre el horizonte, que duró, incluso, en invierno.
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1
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1
Traspasan el ladrillo,
vapor y aromas.
Un adiós en el umbral.
2
El hombre pasa silbando,
la nubes bajas
no perturban su camino.
3
Mientras el frio
corrompa mis huesos,
el amor golpea.
4
Las plumas rozan el ciruelo.
Naturaleza coqueta.
5
Por la ventana,
la luna descubre el rostro.
Fiel vigía.
6
Vuelo de mil palomas
me arrastra.
Persisto.
7
Andar amando
un amor andante.
8
Muestra el espejo
la grieta,
una noche cualquiera.
9
Aroma dulce sobre la parra.
Nace el día.
La foto que guardo
Es la frazada de lana
y la bolsa roja, de agua caliente.
Es el queso con membrillo
y el mate cocido en la merienda.
Son los frasquitos de colonia
sobre la repisa del baño.
El pasto verde y los canarios
cantando en la jaulita.
La palabra siempre
y el llanto
de no dormir en casa.
Es la camisa de seda, flor bordada.
La novela de la tarde
y la pava que hierve en la cocina.
Es la voz silenciada por la angustia,
una noche de verano.
El aplauso sincero,
frente a las cosas más ridículas.
Es la foto que guardo entre mis preferidas.
La emoción, que empaña los anteojos.
El coro de señoras y el café las violetas.
Es el no te
olvides nunca, marianita.
Gritó dormido.
Un abismo de cristal
bajo las hojas.
2
Sueña el gato
el vuelo del gorrión.
(sus patitas en el abismo)
3
La noche sabe, raja el vidrio.
Y la luna
en el fondo de la tasa.
4
Cada amanecer,
la verdad busca
un atajo.
5
La araña y su palacio,
recuerdos de seda.
6
Una sola piedra en el mar
y las aguas,
traslucen la mentira.
7
Subo y bajo en la noche.
Solo la fe,
deshace la espera.
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