"El circo ", Charles Chaplin, 1928.
Sí, una nueva, dirán ustedes. Increíble lo que este hombre hacía con apenas los recursos del momento. Me puse a mirar varias pelis de Chaplin seguidas, mi hija Milena me obligó. Y ahí lo vi. En "Tiempos modernos", en "El pibe" y "En el circo". Es claro. Carlitos corre, huye, persigue. Y en esas corridas cambia de máscara. En diez minutos será perseguido, perseguidor, actor, espectador, muñeco, engranaje, imagen de sí mismo ante el espejo, cuerpo-máquina, perdedor, víctima del azar, ladrón, víctima de un robo...y así. pero en esa urgencia ser tanto es no ser nadie. Carlitos no puede hacer pie en ningún territorio, a esa velocidad, cuanto más se multiplican las máscaras más se pierde
¿Y qué queda al final?
Desde el argumento, el hombre solo o el hombre acompañado por una solitaria. Desde la poética, queda el camino. Carlitos siempre termina en ruta, más lento y sin destino, con solo un horizonte.
Los primeros minutos de "El circo" son memorables en ese sentido. La escena del laberinto de espejos sintetiza toda la poética: ahí los Carlitos son casi infinitos, se pierden a lo lejos sin fin y sin pausa. Pero Carlitos no puede distinguir cuál de todos esos cuerpos es el original. Estira el bastón en busca del bombín, con el temor de quien- observado por todo un público de "Carlitos"- podría estar a punto de confundir una copia de bombín con un bombín real. Carlitos tienta con el bastón, cuida su cuerpo- imagen de la imagen que los otros Carlitos- dentro del espejo- se hacen de él.
Todo un espectáculo.
"A Roma con amor", Woody Allen
Mamma mía, cómo le han dado al pobre Woody, sólo porque está lleno de obsesiones, tópicos que repite- siempre con matices nuevos, ¿no es eso increíble, después de tantos años?- de estructuras narrativas impecables, actores dirigidos por un relojero, una fotografía gloriosa y otra cantidad de problemas que, por suerte, ejércitos de psicoanalistas no han logrado resolver.
Una va a ver a Woody Allen, en parte sabe a qué va: no se entrega a cuestionar los fundamentos filosóficos de su existencia, pero está seguro de no caer en una peli pochoclera sin remedio.
Esta peli es un gran cuento, una gran bolsa-cuento, con bolsitas- cuento adentro: el narrador del balcón está cargo de la gran bolsa; y , dentro de las bolsitas, a veces hay sub narradores que persiguen desfachatadamente a los personajes, mientras les hacen comentarios sobre la historia que aquellos protagonizan.
La ducha y la ópera, ¡imperdible!
así es, una sabe a qué va cuando va a ver a woody.
ResponderEliminarimperdible escena la de la ducha...y cómo le dieron!
abrazo*