domingo, 13 de octubre de 2013

Los ojos de Celan, ensayo sobre la poética de Paul Celan, por Mariano Botto, octubre de 2013

Los ojos de Celan

Tú estás
donde tu ojo está

La poética de Celan avanza “…la bebemos al atardecer / la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche /  bebemos y bebemos. Avanza en el tiempo como la música. No sobrevive si se detiene, es la nada en la inmovilidad.  Y, en el avance, encontramos sus ojos que pueblan sus poemas. Los de Celan están más allá de la idea, más lejos de la mirada, más lejos de la capacidad de decir; están en la acción permanente de ver. Tanto más lejos que de cualquier cielo, tal vez, donde nacen las estrellas o en la inacabable profundidad de la noche del hombre. Un instante después del infinito, “se nos abre el mundo a través / de nosotros”.
No es el mundo el que revela la verdad, sino la acción del acto de ver  en el cambio perpetuo. La mirada sólo cuenta con los convencionalismos sociales, culturales, históricos y su desesperación se apura de certezas. Es el poder del ojo que recibe a cada instante cambios minimalistas. Así, imperceptible, termina diferente del motivo original. Ahí encontramos en la poética de Celan la salida o algo más parecido a la verdad.

estás
arriba, estás
abajo, yo
encuentro salida.

En el centro, en el equilibrio en lo fijo  estamos perdidos, arrojados a nuestra suerte de dados mezclados unos con otros en un cubilete raso

Oh ese centro errante, vacío,
hospitalario. Separados,
te caigo en suerte, me
caes en suerte, uno del otro
caído, vemos
a través:

Lo
Mismo
nos ha
perdido, lo
Mismo
nos ha
olvidado, lo
Mismo
nos ha –

En lo inconcluso de  este último verso, radica la acción: Lo perdido, lo olvidado, lo indecible, una vez dicho, como una nota musical ya ejecutada, pierde su veracidad, sólo vive mientras transcurre.

Los ojos de Celan son la acción pura frente a la mirada  estancada, capaces de sacar algo valioso de un todo revuelto.

En el venero de tus ojos
el mar mantiene su promesa.
En ella arrojo yo,
un corazón que entre los hombres ha morado,
lejos de mí mis vestiduras y el resplandor de un juramento.


En la capacidad de ver, hasta un muerto se desquita de su asesino

En el venero de tus ojos
estrangula su cuerda un ahorcado.



Tan sólo al desertar soy fiel.
Yo soy tú cuando soy yo.


            La propia verdad, al revelarse, pierde su categoría. El ojo observa y busca sin descanso. Tal vez por eso Celan utiliza el énfasis por repetición. Estribillos, motores indispensables de la música, dan ritmo a sus poemas, los catapultan lejos de las cenizas que deja la palabra. Carga su poética de sentido y su música corre y perdura, aun después de la lectura. Su música es la acción de ver. El ritmo: acción permanente. Una nota no es triste ni alegre, puede expresar tristeza o alegría, sólo el oyente es capaz de endilgarle una emoción concreta. Y  allí, tal vez, pierda un significado más profundo, indecible. Celan busca con el estribillo romper la palabra, hasta lograr que salte del poema y pierda su dominio. Nos libera de ella, para que su connotación no nos haga mirar el mundo que connota, si no para ponerle ritmo a nuestra la capacidad de ver; en continuo asombro, en la profundidad más alta de nuestra capacidad.

En la repetición, las palabras cantan y- como un arte poética- escribe en el poema: Argumentum e silentio

A cada uno la palabra.
A cada uno la palabra que le cantó,
cuando la jauría le atacó por la espalda -
A cada uno la palabra que le cantó y quedó helada

Porque la palabra está muerta en su fijación

Cualquier palabra que pronuncies-
das las gracias
a la corrupción.

Las palabras te dicen lo que ellas quieren, Celan va por más. Con su canto  vuelan más allá de las estrellas, se “sobrebañan” en el mar

¿Quién
dice que se nos murió todo
cuando se nos quebraron los ojos?
Todo despertó, todo comenzó.


El ojo nunca muere, tiene el don  de percibir el permanente cambio y escapa del lugar común de un inconsciente colectivo, de un atravesamiento cultural. Celan parte las palabras al repetirlas, les quiebra el sentido, las acciona como a una nota musical arrastrada por el ritmo. La música siempre avanza

tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.

En el ojo no está la tristeza, tal vez esté en la mirada

No busques en mis labios tu boca,
ni en la puerta al extraño,
ni en el ojo la lágrima.


En el ojo está el pulso vital

En la fuente de tus ojos
viven las redes de los pescadores de la mar del extravío.
En la fuente de tus ojos
el mar cumple su promesa.



Tan sólo al desertar soy fiel.
Yo soy tú cuando soy yo.


La personalidad- la verdad- es la mentira. Sólo en el movimiento soy verdad.

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