EL SIEMPRE CANTO
DEL ZORZAL
Filosos
evocaban el
sonido
pedacitos de
cáscara de nuez,
copas sucias y el mantel
lleno de migas.
a mi lado,
su cuerpo domido,
el siempre canto del
zorzal de madrugadas.
Todo traía de
vuelta aquellos ruidos.
El avance de las
horas silenciosas
arrastraba un eco empedernido.
no era el brindis,
ni la música,
no eran
gritos
ni eran risas.
Algo más que
vibraciones demoraba en despegarse
¿De mi oído
de mi alma,
de mi vista?
Toda calada de
nuevos hilos, llena de nóveles vacíos .
Acuda el sueño a
darme
el tiempo de
rumores cotidianos:
Sonarán distinto,
aunque los últimos ya se hayan adherido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario