Desmorona
Los ojos
trepan las paredes,
se
deslizan,
vacíos
avanzan y acarician,
ascienden, serpentean.
La casa se rebela.
Huye, arrastra
distancia.
Y los pies no se mueven.
Los cubre la tierra,
en raíces
sin frutos
desde la
simiente.
Las manos buscan -
sin temblor,
sin dudas-
la lejanía.
Pero la casa se retira,
se escurre, se evapora,
ya no promete.
La luz no la atraviesa,
sino en penumbra,
la empapa la lluvia,
desmorona.
Sin embargo, el sueño fallido
no la engaña.
Renegó de esa morada,
nunca imaginó
cruzar esa puerta.
Hoy,
la ven retirarse en cuencas
vacías,
-siempre lo supo-
al deslizar
lo eterno,
nunca el cambio.
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