Destiempo
Avanzaban pasajeras a la gran
entrada de un túnel, mientras hombres en destiempo robaban ángeles adheridos a
las piedras aún mohosas. Se agachaban algo temblorosos, las pasajeras aún se
encontraban en el último rayo de sol, y una había dado un paso.
-Escriben
los hombres una gran historia, una magnífica historia sobre las piedras
hermosas. – Dice Dick.
-Ahora
iremos despacio- afirmó la primera mujer que puso su paso en la sombra.
Un
árbol vibraba con el viento en plena luz cuando entraba la primera mujer. Ella
se hundía en la sombra.
Los
pájaros azules- los pájaros enormes- ya revoloteaban al fondo la gran
oscuridad. Avanzaban y, al final del camino, no había más que relieves de
pájaros, de grandes y enormes grises nubarrones de piedra.
-Aún
así voy a entrar. Aún así veré este mundo al que nos invita Dick.
-Ya
estás dentro. Sólo queda seguir hasta el fondo para ver. ¿Hay que atravesar
amuletos, flores secas, enormes pájaros, máscaras, hojas secas? ¿Enormes
muertes en quebradas pantallas oxidadas? –Dice Dick.
-
¡No entiendo!
-¿Encontrarás
pequeños peces y calaveras, tristes señores, esfinges, tremendos silencios?
La
segunda mujer casi entraba en la sombra.
-Acá
está fresco. No entiendo cómo negarse a caminar un túnel tan fresco, tan vivo,
tan apacible.
-¿Aún
nadie me cree que esto es cierto? Es un gran peligro pero es tan cierto como
mis ojos. Es tan cierto como el comienzo de un final espantoso, tan cierto como
una mariposa que muere antes de terminar el día. Es cierto, certísimo. ¿Hay
ángeles de piedra que encantan, horribles fantasías del más allá? ¿Tan cierto
como un futuro?
-Iremos
sin alterarnos. Caminaremos. Que entre la tercera.
El
sol bajaba, un atardecer hermoso. Una increíble mañana
al
fondo del túnel.
-Iremos
cuando acabe la tarde- Dijo la tercera.
-¿Vendrán
todas porque ya es de día? Y, cuando atravesemos el túnel, será distinto al
comienzo, será una tarde sombría, una enorme casa deshabitada, habrá ventanas
de hierro y ángeles muertos. ¿Habrá un pequeño día de tristezas, flores
muertas, y un gran final sin salida?
Caían
las hojas de los árboles. Cada una de las mujeres iba con su paso en sombra.
Una mujer sollozaba, otra la consolaba, una esperaba, otra lloraba, otra
acariciaba con sus dedos una pequeña parcela del túnel, la tierra húmeda,
fresca. Aún caían hojas secas afuera.
-Por
supuesto. Iremos. El túnel es fresco- dijo la cuarta mujer.
Dentro
del túnel, ya oscuras tres mujeres descubrían un final. Aún la cuarta estaba
entre la luz y el día.
-¿Irán
hasta el final? Una pregunta secreta se me esconde entre las tristes mañanas
que ya no habrá.
-Yo
no quiero entrar.- Dijo la quinta mujer.
-Yo
sí. –Dijo la cuarta.
Un
ventarrón hacía frágil el momento en el que entraba la cuarta mujer.
Murciélagos, polillas hicieron que entrara la quinta mujer.
-Tus
pies serán sombras, olvidos, retazos de tiempo. Al final del túnel me esperan
cuatrocientas mujeres hambrientas. No hay pan, no hay grises ni colores. No hay
aire, no hay agua, ni tristezas.-Dice Dick.
-Grises
olvidos.- Dijo la sexta.
Todas
entraban al túnel.
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