lunes, 2 de septiembre de 2013

Destiempo, un texto de Gaby Ramos, septiembre de 2013

Destiempo

            Avanzaban pasajeras a la gran entrada de un túnel, mientras hombres en destiempo robaban ángeles adheridos a las piedras aún mohosas. Se agachaban algo temblorosos, las pasajeras aún se encontraban en el último rayo de sol, y una había dado un paso.

-Escriben los hombres una gran historia, una magnífica historia sobre las piedras hermosas. – Dice Dick.

-Ahora iremos despacio- afirmó la primera mujer que puso su paso en la sombra.

Un árbol vibraba con el viento en plena luz cuando entraba la primera mujer. Ella se hundía en la sombra.

Los pájaros azules- los pájaros enormes- ya revoloteaban al fondo la gran oscuridad. Avanzaban y, al final del camino, no había más que relieves de pájaros, de grandes y enormes grises nubarrones de piedra.

-Aún así voy a entrar. Aún así veré este mundo al que nos invita Dick.

-Ya estás dentro. Sólo queda seguir hasta el fondo para ver. ¿Hay que atravesar amuletos, flores secas, enormes pájaros, máscaras, hojas secas? ¿Enormes muertes en quebradas pantallas oxidadas? –Dice Dick.

- ¡No entiendo!

-¿Encontrarás pequeños peces y calaveras, tristes señores, esfinges, tremendos silencios?

La segunda mujer casi entraba en la sombra.

-Acá está fresco. No entiendo cómo negarse a caminar un túnel tan fresco, tan vivo, tan apacible.

-¿Aún nadie me cree que esto es cierto? Es un gran peligro pero es tan cierto como mis ojos. Es tan cierto como el comienzo de un final espantoso, tan cierto como una mariposa que muere antes de terminar el día. Es cierto, certísimo. ¿Hay ángeles de piedra que encantan, horribles fantasías del más allá? ¿Tan cierto como un futuro?

-Iremos sin alterarnos. Caminaremos. Que entre la tercera.

El sol bajaba, un atardecer hermoso. Una increíble mañana
                                                                                    al fondo del túnel.

-Iremos cuando acabe la tarde- Dijo la tercera.

-¿Vendrán todas porque ya es de día? Y, cuando atravesemos el túnel, será distinto al comienzo, será una tarde sombría, una enorme casa deshabitada, habrá ventanas de hierro y ángeles muertos. ¿Habrá un pequeño día de tristezas, flores muertas, y un gran final sin salida?


Caían las hojas de los árboles. Cada una de las mujeres iba con su paso en sombra. Una mujer sollozaba, otra la consolaba, una esperaba, otra lloraba, otra acariciaba con sus dedos una pequeña parcela del túnel, la tierra húmeda, fresca. Aún caían hojas secas afuera.

-Por supuesto. Iremos. El túnel es fresco- dijo la cuarta mujer.

Dentro del túnel, ya oscuras tres mujeres descubrían un final. Aún la cuarta estaba entre la luz y el día.

-¿Irán hasta el final? Una pregunta secreta se me esconde entre las tristes mañanas que ya no habrá.

-Yo no quiero entrar.- Dijo la quinta mujer.

-Yo sí. –Dijo la cuarta.

Un ventarrón hacía frágil el momento en el que entraba la cuarta mujer. Murciélagos, polillas hicieron que entrara la quinta mujer.

-Tus pies serán sombras, olvidos, retazos de tiempo. Al final del túnel me esperan cuatrocientas mujeres hambrientas. No hay pan, no hay grises ni colores. No hay aire, no hay agua, ni tristezas.-Dice Dick.

-Grises olvidos.- Dijo la sexta.

Todas entraban al túnel. 


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