EN MARZO COMIENZAN LOS TALLERES DE ESCRITURA Y LECTURA; EN ABRIL, LOS DE FILOSOFÍA.
Los talleres dan herramientas para resolver las cuestiones formales de las escritura. Las formas despiertan la confianza con el hecho de escribir. El narrador, el ritmo, los distintos tipos de lenguaje otorgan capacidad de juego, la posibilidad de hacer una lectura crítica: todos estos elementos pueden investigarse técnicamente.
Después, hay un resto, un borde, un exceso, producto de la combinatoria de estos elementos. Este exceso- que muchos llaman belleza- adviene de la continuidad del escribir.
Los talleres no trabajan por género, salvo a pedido. Se intenta lograr la mayor versatilidad posible. El manejo de recursos de poesía, cuento, relato, dramaturgia y de la crónica; y, por qué no, estrategias del graffitti, de un menú, de prospectos y anuncios varios y de toda escritura, por trivial que parezca.
El curso de filosofía de este año se ocupa de la problemática del cuerpo en Artaud, Nietzsche y Spinoza.
En lo personal el taller me ha servido para dejar de creer que era un escritor genial. Luego de tomar conciencia de mis vicios de escritura, leer textos selectos (gracias Profe), aceptar sugerencias y muchas, muchas, muchas conversaciones en torno a la forma de decir las cosas, puedo decir que lo mejor surge cuando se tiene la humildad de reconocer que hay que aprender a expresar lo que se desea con las herramientas que tenemos tan al alcance de la mano: el corazón y la cabeza.
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